miércoles, febrero 27, 2008

La tortuguita de Mafalda

Los organismos del estado suelen ser lite- ralmente fagocitados por la burocracia después de un corto tiempo de funcionamiento. En la mayoría de las reparticiones, abundan los recovecos administrativos tales como direcciones, secretarías, subsecretarías, con títulos cada vez más particulares y objetivos más acotados, hasta extremos ridículos. Algo así como si Terrabusi tuviera la dirección de fideos, secretaría de fideos largos, subsecretaría de tallarines, y oficina de pestos, con dos funcionarios, uno para el pesto de albahaca y otro para "otros pestos". En la mayoría de los casos esa estructura no responde a ningún organigrama y, cuando aparece alguno en los papeles, ha sido diseñado a posteriori para justificar la estructura existente. En los casos patológicos (casi todos) esta omisión disimula la superposición de funciones de al menos cuatro oficinas por área. Como si Terrabusi tuviera otra subsecretaría de pesto en la dirección de salsas y dos más en la división de cocina con hierbas aromáticas y en la de galletitas. En los casos extremos (conozco varios) estas oficinas superpuestas se odian a muerte, y cada una se esfuerza en ponerle obstáculos a las otras para impedirles desarrollar cualquier tarea. En ese contexto se llega al estado de agotamiento burocrático donde la totalidad de la repartición deja de contribuir al objetivo para el cual fue creada. Terrabusi deja de fabricar fideos, mientras sus secretarías se pelean para ver cuál está habilitada a ponerle la etiqueta al frasco de pesto. El síntoma más difundido es que absolutamente todos los actores olvidan la razón de ser de la repartición en la que trabajan, y ante una pregunta directa, dudan embobados. "-¿Qué hace Terrabusi?" "-Ehhmmm…". La grasa rodea tanto al músculo que lo atrofia, y en adelante la única razón de existir de todo el sistema será seguir existiendo. Justificarse a sí mismo.

En ese contexto, no hay salida posible. Supongamos que, por una elección o un escándalo, un nuevo funcionario es nombrado al frente de la repartición. En el caso más probable, tendrá un montón de favores que devolver, lo que hará mediante el generoso reparto de puestos a todos sus amigos, hijos, cuñados y amantes. Estos ocuparán puestos creados especialmente para ellos, sin ningún objetivo específico salvo el de darles trabajo, y en consecuencia contribuirán a engordar el aparato. Más grasa, menos músculo. Tipos que no tienen nada que hacer salvo justificar su existencia, y que para eso fabricarán toda clase de obstáculos, con el único objetivo de hacerlos desaparecer sólo bajo su firma. Si en cambio tocara el mejor de los casos, digamos el de un funcionario honesto con ganas de laburar (que los hay, creer que no es parte del camino a la mediocridad), se encontrará con una repartición absolutamente desorganizada, donde nadie tiene la menor idea de para qué está ahí y cada uno está convencido que su función es fundamental para la estructura y de que tiene derecho a decidir cómo y cuándo ejercerla. A ese nuevo capo massimo no le queda otra opción que montar una estructura de oficinas paralelas con personas de su confianza para llevar adelante las tareas que las oficinas regulares ya olvidaron cómo y por qué hacer. Si le va bien, la repartición mejorará en su funcionamiento sin quejas del "personal de planta" (que seguirá sin laburar), y lo más probable es que se lo premie con un puesto mejor en algún otro lugar. Si le va mal, en cambio, lo rajarán acusado de poner más ñoquis en el estado. En cualquier caso, el resultado es el mismo, nadie desactiva las nuevas oficinas creadas, nadie cierra las viejas inutilizadas, nadie se ocupa del organigrama, y al final hay aún más grasa y menos músculo.

Valgan algunas anécdotas para graficar a qué me refiero.
  • Como un modo de mantener el statu quo, la facultad donde trabajo casi no llama a concursos. Todos los menores de cincuenta ocupamos cargos "transitorios" los cuales reglamentariamente duran tres meses. Cada vez que ese período se vence la facultad los "renueva" automáticamente, disimulando así la irregularidad de no llamar a concurso. Como no tengo armas (porque en estas situaciones no podría resistir la tentación de usarlas) me banco que me exploten en esas condiciones. Lo que no me banco es que cada renovación el departamento de personal me haga rellenar nuevamente la mitad de los formularios como si jamás hubiera oído hablar de mí. Trámite engorroso que implica por ejemplo entregar una declaración jurada, para recibir un mes después un memo de la oficina de personal intimándome a presentarme allí en un plazo de 48 horas (¿quiénes se creen que son para ponerme plazos? ¿la ley? ¿quién le dio la palma a un funcionario de cuarta para "intimar" a nadie?) con el objeto de retirar la declaración y hacerla certificar por mi otro empleador, el CONICET. El costo del memo es mayor que lo que le erogaría a la facultad enviar por correo la declaración jurada al CONICET, para hacerla certificar sin mi intermedio. Y ya que estamos, me dejarían laburar para aquello para lo que me pagan que, aunque a los burócratas les cueste creerlo, no es certificar declaraciones juradas ni nada parecido. Pero si lo hicieran admitirían lo evidente: que su puesto es innecesario, que no tienen ninguna autoridad ni importancia, y que todo funcionaría exactamente igual si no estuvieran allí.

  • Subsidio para Investigadores de una Universidad Nacional. Una suma ridícula que alcanzó a duras penas para cubrir un 5% de un viaje de trabajo a Francia. A la hora de "rendir" el subsidio (un costumbrismo argentino, en el resto de los países del mundo se entiende que usaste el dinero para aquello para lo que te lo dieron, ¡después de todo, por algo te lo dieron!), presento las boletas, que certifican que hasta el último peso gastado en dicho viaje, como correspondía. La borderline de la contadora rechaza la rendición, arguyendo que las boletas "deberían ser tipo B a nombre de la Facultad de Ciencias Exactas" ¡lo que obviamente no son ya que en Francia no hay boletas tipo B! Ante mi estupefacción explica "mirá, yo así no lo puedo aceptar, tendrías que presentar una nota dirigida al decano especificando por qué razón las boletas no son tipo B". Vuelvo a mi oficina y mientras redacto la nota, que le explica pacientemente al decano que en Francia no se cumplen las leyes tributarias argentinas, me siento un imbécil. En un ataque de dignidad borro el .doc antes de imprimirlo. ¡A cagar, no rindo nada, que me vengan a buscar con la policía! Dejo pasar seis meses, luego presento nuevamente las mismas boletas, que ahora son aceptadas sin comentario alguno. La cronoterapia es infalible.

  • Por suerte respiro cada tanto con largos períodos de trabajo en el exterior. Como soy honesto (que en nuestras tierras es sinónimo de estúpido) al irme renuncio a mis cargos universitarios (aunque nadie lo notaría si simplemente dejara de ejercerlos, me pregunto cuántos difuntos recibirán regularmente su salario porque la universidad rechazó el certificado de defunción "por no estar firmado por el interesado"). Al retornar, se me obliga a repetir todos los trámites de una nueva incorporación, llenando literalmente diecisiete (17) formularios, con datos tan relevantes para mi desempeño académico como DNI de mis padres y hermanos, distrito militar (porque nadie notificó por escrito a la directora de personal que la dictadura terminó), y grupo sanguíneo. La última versión incluía un croquis de la ubicación de mi vivienda, para que pueda ir el médico a verificar mi estado de salud en caso de licencia por enfermedad (dicho sea de paso "el médico no se acercará al domicilio en caso de constatarse la presencia de canes" de acuerdo a una resolución que el consejo académico se ocupó de elaborar luego de alguna mordida pequinesa en gónadas hipocráticas). Se abre una nueva cuenta bancaria aunque perfectamente se me podría pagar en la anterior, que jamás se preocuparon por cerrar (ya tengo cuatro cuentas en el Nación, tres de ellas al más absoluto flato). Se me hace repetir el examen médico, foniátrico, y odontológico (porque como es obvio si tengo las muelas cariadas no puedo enseñar análisis matemático...). La última vez me quejé ante la funcionaria de turno de tener que repetir el análisis de orina completo, cuando sólo habían pasado seis meses de mi reincorporación anterior. Me respondió "y, pero como te imaginarás, en ese período la orina cambia"... me dio ganas de orinarle el escritorio cual caniche rabioso. Otro asunto, que da para un post entero, es el examen psicológico, practicado por una repartición llena de psicópatas narcisistas y débiles mentales.

Tengo mil más, pero ya me estoy calentando, y veo de reojo a mi mujer que carga la pistola de dardos que esconde en el bolso para estas situaciones, así que mejor los dejo para otra ocasión.

Al final, el problema es que tenemos que resignar- nos a que el aparato del estado no se arregla sin telegramas de despido. Y quién crea que esto suena gorila, piense cuantos menos pobres habría si las reparticiones del estado cumplieran sus funciones. Cuantos menos enfermos habría si los hospitales funcionaran por algo más que por la fuerza de voluntad de tres de cada diez de sus empleados. Cuantos mejores profesionales habría si las universidades no dilapidaran su dinero en oficinas inútiles, encargadas de controlar estupideces, mientras a los docentes se nos paga un sueldo vergonzante y se nos trata como material descartable.

17 comentarios:

  1. te iba a decir que esto me sonaba parecido, pero claro, cuando empezaste con los ejemplos...

    ResponderBorrar
  2. Sip, supongo que las universidades deben ser todas mas o menos iguales. Y tengo mil ejemplos más, uno más desopilante que otro.

    Sin embargo, creo que el problema no se circunscribe a la universidad, sino que es un problema de la administración pública en general (recuerdo una empleada del Registro Nacional de las Personas que exclamaba indignada "¿a vos te parece?¡foto color les van a poner ahora a estos negros de mierda!"). Las situación que mas me sorprende es cuando juran y rejuran que es absolutamente imposible resolver un problema, el cual resuelven inmediatamente ni bien uno empieza a armar quilombo, lo que demuestra que el unico obstáculo real era la falta de ganas de hacerlo.

    Hay un nivel administrativo donde la guadaña no llega nunca, justo un escalon por debajo del nivel político. Esa gente es impune, han sobrevivido y sobrevivirán a dictaduras y purgas políticas, y lo saben muy bien. Es muy difícil que alguien haga un laburo aburrido si su sueldo no depende de eso, si sabe que no lo van a rajar pase lo que pase. Ergo nadie labura.

    Dicha sea la verdad, de cada treinta hay uno que labura, medio que además es inteligente, y 1/4 que sabe que sentido tiene todo lo que hace. Solo esos tendrían que quedar.

    ResponderBorrar
  3. Severian, entiendo tu calentura. Laburé cinco años en la UBA y mi tarea era necesaria y la hacía (catalogar y clasificar los libros de la biblioteca). El tema es que mi horario de trabajo era de 7 horas y el laburo lo terminaba en 4 horas. Así que me quedaban tres horas al pedo que usaba para estudiar o para boludear. Eso sí, no me pagaban fortunas sino apenas $ 430 por mes que, como estaba estudiando y viviendo con mis viejos, me servía para no tener que pedirles plata para mis cosas. En la biblioteca había de todo, gente que laburaba (generalmente éramos los más jóvenes) y gente que no como dirían Todos tus Muertos. En un momento dado se llamó a concurso y se seleccionó a una directora bibliotecaria (los anteriores directores no lo eran) y ahí nomás se empezaron a ajustar las tuercas. Ni lo sentí porque siempre había laburado pero, aquellos que no, tenían una calentura que ni le explico. Así es la burocracia. Como justificativo puedo nombrar los magrísimos sueldos que se percibían y las faltas de estímulo a la capacitación que no era recompensada con el correspondiente ascenso y/o reconocimiento de alguna especie mientras que a cada ex-presidente del centro de estudiantes (en esa época de Franja Morada) le daban una secretaría creada al efecto con una jugosa remuneración. Eso también contribuye a desmoralizar.

    Saludos

    luk@s

    ResponderBorrar
  4. Luk@s

    La historia que contas fue 100% la misma en la facultad donde trabajo. Nombraron una directora de biblioteca con título de bibliotecaria (algo que, uno diría, es elemental) y para peor joven. La mina, con sus limitaciones pero con ganas de laburar, se propuso cosas elementales como informatizar la biblioteca, atender con alguien que lea ingles (el idioma en el que estan escritos el 80% de los libros alli alojados) abrir y cerrar todos los dias a la misma hora, lo basico.

    Pero claro, inmediatamente le hicieron la guerra. El resto del plantel no docente, quienes son puestos en evidencia en su vagancia cuando hay uno que labura. La ayudante de bilbioteca, quien fue transferida a ese cargo cuando la posicion para la que fue contratada (encargada de la limpieza) fue entregada a una contratista privada ante el estado calamitoso de los baños. El plantel docente, a quienes el control informatizado de las fechas de devolucion de libros y la suspensión automática por atrasos no les gustó un carajo (un profesor me planteó que el no tenia la obligacion de devolver los libros aunque estuvieran pedidos y vencidos, porque los pedidos los había hecho un JTP, que es un cargo de menor jerarquia). El secretario administrativo, a quien el profesionalismo de la bibliotecaria delataba como un chanta. En fin, todos, salvo los pocos de siempre que son los que logran que las cosas funcionen.

    Conclusión: la chica terminó internada en un psiquiatrico con una crisis depresiva (no exajero). Cuando volvió, lo hizo decidida a que la dejaran vivir, y en consecuencia se transformó en una más que no hace nada salvo comer mediaslunas (y el diametro de sus caderas creció en un 120%) y obstaculizar a los que quieren laburar para que no la pongan en evidencia.

    ResponderBorrar
  5. ves? cuando te decía que me sonaba conocido... pensá que hice en exactas el escalafón casi completo (descendiendo desde estudiante hasta adjunto)

    Laburé un cuatrimestre como ayudante de 2da, y renuncié molesto con una serie de cosas, empezando porque era demasiada pérdida de tiempo la hora de almuerzo/merienda que me correspondía 'por convenio' al trabajar más de ciertas horas: si bien podía ponerla al principio o al final, no me podía retirar (a lo sumo, ir hasta el bar a buscar algo), y tenía que quedarme en un escritorio haciendo huevo. Si hubiese podido tomar mate, con la colección de las Scientific American hubiera pasado, pero no se podía (sí té, café, mate cocido, cosas en vaso o taza): el mate era como demostrar que uno no estaba haciendo nada, que estaba matando el tiempo... Te puedo asegurar que eso me sacaba.

    ¿Compensaciones? Sí: me prestaban libros por muchísimo más tiempo del que valía para los alumnos (oficialmente), una de las ventajas para los que trabajaban ahí... (sinceramente, no se me ocurre con qué intención alguien agregó esa cláusula)

    ResponderBorrar
  6. En el caso de donde yo laburaba intentaron hacerle la vida imposible pero no pudieron, la mina se la bancó, se trajo a dos o tres personas de confianza, bastante capaces y, poco a poco, cambió la situación. Con respecto al tema de préstamo de libros imagino que habrá habido protestas pero nunca las escuché. Hay que decir también que a partir de que ella asumió la facultad empezó a destinar cada año más plata a la compra de libros con lo que se logró reparar, en parte, el acervo bibliográfico. El listado lo hacía yo y la verdad que era lo que más me gustaba (además, para ser sinceros, me servía para excusarme más de una vez), llevaba tiempo pero le ponía ganas. Eso de gastar guita ajena parece que es lo mío. Pasó también que algunos libreros de la facultad me quería coimear y me regalaban libros con algún defectito que no estaban aptos para la venta pero sí para su uso. Los aceptaba con gusto, al fin y al cabo, eran las librerías que más libros editaban y no había otros a quien comprarles. La verdad que sigo sin entender, hoy por hoy, la razón de las atenciones para conmigo.

    ResponderBorrar
  7. juanpablo

    Si hubiese podido tomar mate, con la colección de las Scientific American hubiera pasado, pero no se podía

    ¿leyendo? te hubieran tildado de antisocial inmediatamente.

    Lo del mate es sintomático. El director recibe la queja "no laburan, toman mate todo el dia" y, confundiendo causa con consecuencia, prohibe el mate....

    luk@s

    La verdad que sigo sin entender, hoy por hoy, la razón de las atenciones para conmigo

    Pero luk@s... ¿con esa ingenuidad quiere hacer la revolución?

    ResponderBorrar
  8. ¿De veras Severian le parece ingenuo?

    Le comento como era el asunto. Había dos listas, una selección de propuestas de libros de los titulares de cátedras y departamentos (siempre más específicos) y otros de consulta general (manuales, tratados) también generalmente publicados por los titulares de cátedra que luego eran dados como material de lectura a los alumnos de esas cátedras. Luego, se armaba una lista única con las cantidades de cada título y se llamaba a licitación. Se asignaban a los licitadores que habían ofrecido los precios más bajos y por libro (no por editorial). Yo no particiapaba en la adjudicación. Y las editoriales que publicaban a los titulares de cátedra no superaban las cinco. Así que lo normal era que cada editorial ganara parte de la licitación cuando se trataba de sus libros. Por eso le comento que no tenían sentido los regalitos, sin regalitos ganaban igual parte de la licitación. Ahora, Usted me podría decir que yo podía pedir solamente los libros de los titulares de cátedra de una sola editorial pero también era estudiante y tenía conciencia de tal. No me convenía omitir la compra de ciertos libros porque me perjudicaba, primero a mí mismo, pero también a mis compañeros.

    Saludos

    ResponderBorrar
  9. Lo decia en chiste, pero ahora que lo explicás en detalle, pienso que tal vez los ingenuos fueran los libreros, al creer que un alumno puede tener algun poder de decisión en esas estructuras ¿no?

    ResponderBorrar
  10. ¡Esto es delicioso, delicioso!

    Muy bueno, yo no pensaba que se podia ser tan kafkianamente pelotudo...

    Ahora yo pregunto, con la politica liberal del Mendetz, ¿no se habian acabado los ñoquis?

    ResponderBorrar
  11. ¡Esto es delicioso, delicioso!

    Claro, que vivo, cuando yo vivía en Europa decia lo mismo.... Una vez en Inglaterra me dijeron "volvé mañana que esta el encargado". Obviamente me fui recaliente. Pero cuando volví al dia siguiente ¡estaba el encargado! ¡y resolvió el problema! ¡y me pidió disculpas por la demora de un día!

    Muy bueno, yo no pensaba que se podia ser tan kafkianamente pelotudo...

    Tanto y más, tuve que dejar muchas anécdotas afuera por una cuestión de espacio.

    Ahora yo pregunto, con la politica liberal del Mendetz, ¿no se habian acabado los ñoquis?

    En los platos de varias familias, si. Pero los tipos a los que me refiero son absolutamente impunes, el guadañazo en cada cambio de gobierno los peina pero nunca pasa tan abajo como para decapitarlos...

    ResponderBorrar
  12. Pero Severian, al final nos peleamos de cabrones nomás! Todos mis enojos se deben a que lo que usted ve en la universidad publica yo lo he visto allí, y en el ANSES, y en la vieja EnTel y en algun banco publico....y siguen las firmas.
    O sea, observo un patrón de desorganizacion, ineficiencia, impunidad, falta de etica, boludocracia etc, cuyo hilo conductor es la administracion estatal. Por eso quiero el Estado más pequeño posible pero a la vez cuyos miembros sean los mejores en lo suyo. Independientes del poder de turno, pero no alejados de la realidad (para no caer en un elitismo a la francesa)

    Me dira que en otros paises hay estados mejores. Le dire que en esos países hay mejores empresas, mejores instituciones, mejores politicos. Y como eso tarda en cambiar, mientras esperamos achiquemos el estado y MEJOREMOSLO en las funciones clave. OJO, ni siquiera digo bajemos el gasto estatal...digo achiquemos gente y oficinas al pedo y gastemos en los temas que son realmente clave y con la mejor gente

    Salutti

    ResponderBorrar
  13. O sea, observo un patrón de desorganizacion, ineficiencia, impunidad, falta de etica, boludocracia etc, cuyo hilo conductor es la administracion estatal. Por eso quiero el Estado más pequeño posible pero a la vez cuyos miembros sean los mejores en lo suyo.

    La diferencia es que yo el hilo conductor lo veo en la idiosincracia argentina. No creo que haga la menor diferencia pasar a manos privadas la administración de determinado tema, si al final van a poner para atenderme a una rubia pelotuda que contrataron en razon de su buen culo. Bueno, salvo el paisaje....

    Te puedo dar mil ejemplos de empresas privadas donde el argentinismo causa el mismo grado de estupidez que en el estado: las lineas de transporte urbano, las empresas de cable y de electricidad fuera de Buenos Aires, que se yo, miles. Por lo menos cuando el estado es ineficiente, sabes que no hay una política de ineficiencia cuyo objetivo es comercial. Cuando no me llega la boleta de cable y la voy a buscar a la sede y por enesima vez me hacen el mismo cuento ("ahh, fijate, había un error en la dirección, ya lo arregle") sospecho que el cuento viene unido al folleto que me dan, donde me recominedan las ventajas del debito automatico.

    Me dira que en otros paises hay estados mejores. Le dire que en esos países hay mejores empresas, mejores instituciones, mejores politicos.

    ¿ves? vos también pones la dualidad argentinismo-otros antes que estatal-privado. No hay que confundir el estado con sus administradores y empleados.

    Es que ese es el problema: no se si quiero un estado mas chico, quiero un estado chico o grande o lo que sea necesario, pero con los mejores. Los mejores médicos, los mejores docentes, los mejores administrativos. Y lo peor es que no es tan dificil, porque uno de los lados buenos de nuestra cultura es que ningun profesional se avergüenza de trabajar para el estado, en un hospital o en una escuela, al contrario y paradójicamente, es visto como prestigioso (que se yo, un tipo que es medico en el Gutierrez o profesor en la UBA siempre es mas apreciado, independientemente de sus meritos personales, que uno que tiene una clinica privada o da clases en el salvador). Es decir que bastaría el aliciente de que los esfuerzos se vieran reflejados en resultados. Resultados personales y sociales. Es decir sentir que te va bien y que lo que haces sirve. En la empresa privada te puede ir muy bien, mejor que nunca, pero lo que haces no siempre tiene un resultado social apreciable, salvo en los balances de la empresa, y a mucha gente no le satisface eso.

    ResponderBorrar
  14. Sev, no descarto el "factor argentino", ni niego que los males que veo en el estado exsiten en la actividad privada. Mi punto es que existen en un grado menor, por un tema de incentivos. Esto varía obviamente entre sectores y empresas, pero que a mayor nivel de competencia en un sector, menor incidencia de esto. Lo que sucede es que mucha gente iguala empresa privada con servicio publico privatizado, sector estructuralmente oligopolico...pero compara Somisa con Ternium, y veras las siderales diferencias. O en España la Telefonica cuando era estatal y despues o el Argentaria vs el BBVA.

    El segundo punto es que, aunque una empresa publica y una privada fueran igualmente horribles, al menos la privada la bancan sus accionistas, y a la publica todo el mundo por igual...

    por ultimo, la pesima calidad institucional argentina tambien me aleja de tener ganas de que el estado posea activos innecesarios. Quizas en Alemania, quizas, mi postura cambiaría....pero acá, me da bronca darle de comer a De Vido

    Obvio, excluyo en esto educación, salud, justicia y seguridad, roles donde el estado no puede no estar...

    ResponderBorrar
  15. La privada la cambian sus accionistas... a cambio de ganancias, de dinero de sus clientes, o sea, de nosotros al fin y al cabo también.

    Ergo, prefiero que sea nuestro también, a que sea de otro a cambio de llevarse parte de la torta. La (probablemente no fácil, sí) cuestión es administrarlo bien, democráticamente, transparentemente, pero esto no es imposible. Es mentira que algo tenga que sea privado para funcionar bien o no burocratizarse. Vean muchos de los sistemas de salud del primer mundo por ejemplo. Se vive más que en USA, donde buena parte es privado...

    ResponderBorrar
  16. Donde dice "cambian" debería leerse "bancan".

    ResponderBorrar
  17. Los todavía sobrevivientes defensores del club "privaticemos todo" tienen un doble standard: te dicen que hay que privatizar como se hace en Europa para que las cosas funcionen. Cuando les señalás que bellisimos negocios como salud y educación en Europa son bien estatales, cambian inmediatamente el discurso y te dicen "naa, allá son mas serios, aca nunca podríamos hacerlos funcionar" ¿en qué quedamos? ¿imitamos a Europa o no la imitamos?¿o la imitamos sólo en lo que te conviene? en fin....

    ResponderBorrar

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.