sábado, enero 17, 2009

Surrealistas II: Cargo cult science

Empezó como una cortesía. El instituto que me hallaba visitando enviaba un grupo de investigación a la Antártida, y antes de la partida querían despedirlo con una cena en el aeropuerto de la pequeña ciudad. Todos los miembros del instituto pensaban asistir y, como visitante y colega, me invitaban a participar.

- Si, si, claro que voy, por supuesto.

Continuó de un modo previsible. Esa noche partímos del hotel en varios autos, en companía de varios colegas jóvenes y un par de eminencias. Al llegar al aeropuerto atravesamos el hall que estaba completamente vacío y nos dirigimos hacia las pistas.

- Ahh ¿vamos a ver el avión?, que bién.

La primera señal disonante llegó después. Estaba atardeciendo y no se veia con claridad. En el medio de la pista y a unos cien metros del edificio, esperaba un avion bastante grande pero algo extraño. En lugar del tren de aterrizaje que uno esperaría (para un avión de ese tamaño, enormes ruedas separadas del fuselaje por fuertes soportes) tenía tres pares de ruedas ridículamente pegadas a la bodega, parecíendose menos a un pájaro que a una oruga voladora.

-¡Guau! un Ilushin IL76, el avión de carga más grande del mundo, de chiquito quería ver uno, que maravilla.



Y lentamente el orden natural comenzó a descarrilar. En la bodega del avión, cuya compuerta estaba abierta, podían verse varias sillas desparramadas entre ruedas de avión dispuestas a modo de sillones. Mesas con canapés y copas. Y botellas, muchas botellas.

- ¿Como? ¿Adentro del avión piensan hacer la fiesta?

Esperábamos a los demás invitados, caminando por la pista en torno al avión, cuando ví venir al número dos del instituto, un tipo imposiblemente agradable ¡vestido de traje antártico de un furioso naranja fosforescente! Lo seguía el director, eminecia sin par en el continente, con idéntica vestimenta pero condimentada... ¡con un gorro estepario con orejeras de piel!

- Ehmm.... ¿Pero qué? ¿también te vas?

Entramos al estómago de la bestia y la fiesta comenzó y la realidad se desbarrancó definitivamente. Música tocada por un profesional en un piano que alguien había metido dentro de la bodega del avión. Mariscos, cangrejos, langostas, cosas que jamás había comido en mi vida.

- Si gracias, tinto estaría bien. Un poco más por favor, gracias.

Gente a quien conocía, un amigo de mi universidad, amigos locales. Gente a quien había recientemente conocido, un colega a quien llamábamos "Contraste" por su piel oscura y su vestimenta invariablemente blanca. Gente a quien no conocía, como la chica que intentó preguntar disimuladamente "y éste quien es" señalándome, y se sonrojó cuando la saludé con la copa

- ... Ahh, si si, mas vino, gracias.

Mucho vino y del bueno, conversaciones que se perdían, que se enredaban, y que seguían. A lo lejos en el otro extremo de la bodega, juro que ví a la eminencia que fundó y dirige el intitituto, con su traje anaranjado y su gorro de piel con orejeras, parado junto al piano y cantando "On my way" mejor que Sinatra.

- Me encantaría quedarme, pero el autobús que me llevará a la capital pasa por enfrente del aeropuerto en unos minutos.

Contraste me acompañó hasta la ruta. Charlamos casi una hora, sobre física, sobre becas, sobre vinos. Buen tipo Contraste. Necesitaba alguna información que juré enviarle ni bien llegara a mi oficina en Argentina.

- Si si, quedate tranquilo, yo te lo mando. Chau, saludame a todos.

Subí al micro y me senté tratando de no perder el sabor del vino en la boca. Me dormí. Desperté mientras el amanecer sangraba sobre los suburbios de la capital, desde donde tomaría mi avión de vuelta a casa. Nunca tuve muy en claro qué parte de toda la historia fue real y qué parte la soñe durante el viaje bajo los efectos del buen vino. Y peor aún: jamás recordé qué cuernos había prometido enviarle al bueno de Contraste, ojalá que al menos eso haya sido parte del sueño.

13 comentarios:

  1. Nada, una nota de color: Hace muchos años, cuando Aeroflot dejó de llegar a Buenos Aires, recuerdo que aún llegaban los cargueros Ilushin.

    Los marineros de los pesqueros rusos que operaban en las costas argentinas, y que cada 3-4 meses tenían vacaciones, venían de Madryn, Gallegos, etc., y antes de abordar este "vuelo alternativo", se juntaban en el hall de Ezeiza, con algún Smirnoff o Moskva de más, y cantaban la Murka desparramados por el piso, antes de abordar la gran bestia que los devolvería por algunas semanas a su hogar. Era muy colorido, con armónicas y acordeón, por éso lo recuerdo.

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  2. Nada, pero, el antonov es mas grande, lo cual no quita la anecdota
    saludos

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  3. Eduardo:

    Interesante la historia que contás, y en algún sentido similar. Es obvio que el tejido racional que constituye la realidad se debilita en una atmósfera etílica, pero parece ser que las alas del Ilushin lo razgan del todo y permiten ver el otro lado... marineros rusos borrachos en un hall de Ezeiza... un piano con su pianista a bordo de un avión de carga.... científicos eminentes de traje naranja furioso y gorro estepario...

    Ayjblog:

    Yo también pensaba que el Antonov es mas grande, pero mis colegas insistían con el record del Ilushin. Supongo que debe haber una cuestión de qué se mide: si metros cúbicos o tonelage de carga, si envergadura o largo, etc. Lo que puedo decir es que por dentro es muy grande, lo suficiente para hacer una fiesta que cualquier salón envidiaría... y por fuera es un bicho muy raro.

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  4. Bueno. Veamos. espero que no sea "real" esto de grandes científicos con gorros de piel, borrachos y haciendo una partuza en el fuselaje de un avión. ¿es que ya no se puede confiar en nadie?
    Severian, me divirtió mucho el texto. Yo casi nunca recuerdo mis sueños. Los que si veo, nunca son divertidos. Se podría decir que su sueño se ríe de la formalidad de su profesión. No?
    Una cosa más: la muchacha que preguntó por Ud... volvió a verla?

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  5. No me entendió Verdugo: lo que estoy relatando realmente pasó, o al menos eso creo....

    ...¿O usted dice debo haber soñado todo en el micro?

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  6. sin duda, pero, sea IL76 o an224, son bichos grandes, al IL nunca lo vi, al otro si, pero a ninguno por adentro

    de todas formas, la anecdota es la historia, no el tamaño del avion

    ayj

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  7. Seve, su actividad lo lleva por lares interesantes eh?

    Están buenos esos lugares y esas experiencias. El sentido de la vida es ese: pasarla bien y recordarlo.

    Ahora, a Contraste se le podría mandar un mail o algo no?

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  8. Están buenos esos lugares y esas experiencias. El sentido de la vida es ese: pasarla bien y recordarlo.

    Es que en estas experiencias surrealistas, de las que aún me queda un par, el recuerdo se mezcla con la fantasía, y el sentido común se niega a aceptar que realmente hayan pasado. Pero mi problema es que no consumo substancias que me den una excusa para tener en mi memoria esos recuerdos disonantes (y que mi neurólogo jura que la epilepsia no produce alucinaciones complejas), asi que no tengo otra que aceptar que a veces la realidad es un poco rara.

    Ahora, a Contraste se le podría mandar un mail o algo no?

    Lo hice. Pero no me daba la cara para poner "entre el vino y la situación delirante en realidad no recuerdo muy bien si realmente me pediste que te enviara algo que no me acuerdo bien que era". Se imagina que en el gremio el prestigio es el único capital con que se comercia, y para perderlo hay que hacerlo con clase, no de un modo tan patético. Asi que le escribí un mail a él y a otros colegas enviando las fotos que saque durante la visita y prometiendo mantener el contacto. Contrase no me respondió recodándome algún compromiso, asi que en ausencia de reclamo solo me queda la duda...

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  9. Lindo texto, Severian. Escribe usted bien. ¿Le gusta Bryce Etchenique? ¿Leyó Reo de nocturnidad?

    ¡Saludos!

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  10. Comandante:

    No lo leí, lo agrego a ya abultada lista de "cosas que leer antes de morirme". Tengo la firme intención de terminar esa lista, aunque deba vivir 200 años.

    Saludos

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  11. Jaaaa. ¿No hay libros que haya empezado 14 veces, nunca terminado y no se resigne a no leerlos? Yo, Moby Dick. Y Proust (aunque mentira, Proust empecé una sola vez).

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  12. ¿No hay libros que haya empezado 14 veces, nunca terminado y no se resigne a no leerlos?

    Me torturé durante un tiempo intentando engancharme con Kafka. La decepción que me causaba leerlo se transformaba en frustración cuando algunos amigos me detallaban cuanto lo habían disfrutado (incluso un amigo estudió alemán con el objetivo de leerlo en su legua original).

    Terminé aceptándolo: algunos escritores no son para algunos lectores.

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  13. Para Kafka hay una opción tramposa: el Kafka para principiantes, aunque más no sea por las ilustraciones de ese monstruo sagrado y hereje que es Robert Crumb.

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