viernes, febrero 01, 2019

Del Hombre Nuevo al Varón Deconstruido


Durante la Revolución Francesa de 1789, la Assemblée nationale fue el órgano constituyente del gobierno revolucionario. A la izquierda del Presidente de la Asamblea, se sentaban los innovadores, aquéllos que querían que la Revolución resultara en un orden social enteramente nuevo, basado en la libertad del individuo y la igualdad de las personas. Por otro lado, a la derecha del Presidente se acomodaban los conservadores, quienen pretendían que la Revolución mejorara las cosas alterando lo menos posible el orden preexistente, que exaltaban la idea de una sociedad ordenada a partir de una jerarquía entre los hombres.

Ese es el origen de la idea de espectro político que, extendiendose desde la izquierda hasta la derecha, ordenó buena parte del debate politico en los dos siglos subsiguientes. Por ejemplo, siendo el marxismo una propuesta completamente innovadora de reordenamiento social, cuando surgió a mediados del sXIX se colocó fácilmente a la izquierda del mencionado espectro.


(PD)


Durante las decadas finales del siglo XX y con particular intensidad en las ya casi dos décadas del siglo XXI, las etiquetas izquierda y derecha dejaron de ser descriptivas de la posición política y se transformaron más en una especie de pertenencia, como una camiseta. En el discurso político presente, con frecuencia resultan tan conservadoras las propuestas etiquetadas como de izquierda, cuanto lo son por naturaleza las llamadas de derecha.

Arrastrada con patética impotencia por la ola propagandística de la derecha posterior a la caida del Muro, la izquierda ha renunciado completamente a cualquier aspiración de rediseño social. Su máxima aspiración ha dejado de ser la Revolución, para transformarse en la inclusión igualitaria de las minorías en la maquinaria del mercado. En lugar de destruir la picadora de carne, se plantea humildemente que la hamburguesa resulte equilibrada en la diversidad de sus componentes.




Así, se aceptan las reglas del juego del capitalismo globalizado, pero se le exige que reconozca el derecho de las mujeres trans lesbianas de raza negra, de ser explotadas por un mercado laboral desregulado y perverso en igualdad de condiciones con los hombres cis heterosexuales de raza blanca. Y a pesar de tratarse obviamente un esquema retrógrado y conservador, se tilda de reaccionario a cualquiera que se atreva a cuestionarlo.

Si nos atenemos a las definiciones originales de los términos, eso no es de izquierda. Es muy profundamente de derecha.

De izquierda no es combatir una imaginaria brecha salarial entre mujeres y hombres, sino usar esa imaginación para concebir un orden social donde el salario no exista como preocupación.

De izquierda no es pelear por el aborto para que un embarazo inesperado no corte la carrera de una pareja, sino diseñar un nuevo orden social donde cualquiera pueda planificar su familia sin limitaciones, y el cual que un eventual embarazo resulte un problema.

De izquierda no es hablar en jeringoso para que una de cada mil personas con disforia de género no se sienta ofendida, sino concebir un mundo donde tanto esa persona como las otras novecientas noventa y nueve, puedan realizar sus potencialidades sin ninguna limitación.

De izquierda no es rechazar la verdad objetiva y el método científico por el uso que la derecha en el poder ha hecho de sus logros, sino apropiarse de la ciencia y del conocimiento como la principal herramienta para cambiar el mundo.

Y finalmente, aún a riesgo de que me llamen viejo: de izquierda no es quejarse de una opresión muchas veces imaginaria, sino actuar con la determinación necesaria para terminar con la opresión real.


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2 comentarios:

  1. Es cierto que, al menos en los debates más masivos (los únicos que por mi parte conozco) no se imaginan órdenes sociales donde el salario no exista como preocupación. Pero ¿qué significa esto? ¿Que nadie este provisto de conseguir un trabajo razonablemente bueno? Si es así no pare distar de la propuesta volver las reglas más igualitarias (o como se las quiera llamar). Si no es así ¿por qué? ¿Hay algo que haga pensar que esto no sería posible (como creía Marx, por ejemplo)?

    ¿Qué significa, concretamente, terminar con la opresión real?

    Saludos

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  2. Yo no lo sé. Pero el problema es, precisamente, que en lugar de estar peleando contra molinos de viento, deberíamos estar discutiendo eso.

    La automatización avanza, cada vez mas trabajos se vuelven obsoletos (el próximo es el de taxista, con los autos sin chofer que ya están funcionando y pronto serán furor). Eso, que tendría que ser una bendición, es en cambio una condena ¿por qué? Porque la derecha solo quiere dinero, y la izquierda se masturba con el patriarcado y la interseccionalidad.

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