Trieste, hora del almuerzo. Científicos jóvenes en un importante centro internacional de investigación. Conversan sobre la suerte de uno de ellos, deprimido porque retorna a su pais de origen luego de una productiva estadia de investigación en el extranjero:
- No quiero volver, -se lamenta el argentino- allá no me dejan laburar, todo el tiempo peleando por estupideces. Burocracia... Patroncitos de estancia... La mediocirdad institucionalizada me destruye...
- Bueno, no puede ser tan malo, Maldacena es argentino -Dice, inocentemente, el alemán.
- Claro. Pero no te olvides que vive en Princeton. Al igual que Milstein, que Virasoro, y tantos otros, buenos científicos porque escaparon de la picadora de carne. Alla "piensa luego mueres" es la regla.
- No quiero volver, -se lamenta el argentino- allá no me dejan laburar, todo el tiempo peleando por estupideces. Burocracia... Patroncitos de estancia... La mediocirdad institucionalizada me destruye...
- Bueno, no puede ser tan malo, Maldacena es argentino -Dice, inocentemente, el alemán.
- Claro. Pero no te olvides que vive en Princeton. Al igual que Milstein, que Virasoro, y tantos otros, buenos científicos porque escaparon de la picadora de carne. Alla "piensa luego mueres" es la regla.
- Bueno, siempre podes escapar cada tanto -dice la inglesa, pobrecita ella- despues de todo un par de viajes al año te podrían pagar, ahora que tienen plata.
- No. Mi insitituto no paga los viajes al extranjero de los investigadores "asistentes" como yo. Solo les paga a aquellos lo bastante viejos e improductivos como para perder su tiempo en la pelea política. Quienes nos dedicamos a la ciencia no ligamos un peso.
- Cagate en todos -sugiere el italiano, quien fiel a su nacionalidad no espera nada del poder pero cree que al menos puede ignorarlo.
- Me encantaría, pero si me distraigo me serruchan el piso- Dice el argentino. Esta frase va seguida de una laboriosa traduccion al inglés internacional de la metáfora "serruchar el piso", y de su interpretación en la realidad sudaca.
- Bueno, yo tengo una idea -El japonés propone.
- Pará macho, a mi el harakiri no me va, cuestión de historia ¿viste? Como que no me cierra, que sé yo...
- Bueno, no, masomenos. Te estaba por sugerir que hagas como Majorana. - Nota del cronista: Ettore Majorana, relevante físico siciliano casi autodidacta. Abrumado por la tensión entre abandonar completamente la tierra natal para dedicarse a su pasión científica o dejar completamente la física para quedarse en Catania, subió al traghetto Reggio Calabria-Messina pero jamas desembarcó del otro lado. Se especuló acerca de su suicidio. Nunca más se supo nada de él.
- Es una buena idea -comenta el argento- me tiro del avión en el medio de Atlántico, nadie sabe nada, nadie llora por mí. Me dedico a criar patos en Cambridge el resto de mi vida, publico un papercito con nombre falso cada tanto.....
La cámara se aleja de la escena mientras el mozo les trae el café.
Epílogo: el argentino se toma en serio la idea del japonés (por algo sobrevivieron a dos bombas atómicas, piensa). Busca "Ettore Majorana" en Wikipedia. Y lee: "se especula que, como tantos otros sicialianos de su época, Majorana huyo a la República Argentina luego de su desaparición". Y nuestro héroe se corta las venas...