Las letras se desvanecen para dar lugar a una escena suburbana. Una plaza, niños corriendo detrás de una pelota. Los atacantes están acercándose peligrosamente al arco, puede verse la preocupación en el gordito que ataja. Zurdazo. La pelota inicia su parábola amenazante en cámara lenta, mientras el gordito intenta un salto desesperado. Los dedos del héroe rozan la gloria y allí, en el momento clave, la escena se detiene. Y comienza a rebobinarse cruelmente.
La pelota se aleja de las manos del arquero, llega a los pies del goleador quien huye marcha atrás al sentir el contacto. Sus compañeros lo imitan en paradójica estampida. La cámara se aleja y el potrero se ve desde arriba, mientras un autobús lo rodea en reversa. Ahora más lejos, la ciudad observa como el Sol se arrepiente y retorna al cielo desde el oeste. Más lejos aún, y se ve una Tierra que gira sobre su eje en contra de las agujas del reloj, mientras recapitula el año en torno al Sol. Y se empequeñece.
El espectador se mueve inquieto ante esta película tan extraña que empieza por el final y parece avanzar hacia su comienzo. La cámara se sigue alejando de la escena y luego de unos minutos la Tierra se pierde completamente de vista. Sólo se ve el sol retrocediendo lentamente en su órbita alrededor del centro de la Galaxia, y las estrellas vecinas que imitan esa danza. Y ahora, todavía más lejos, se ve la Galaxia girando como un molino sin Quijote, al que se aproximan las galaxias vecinas que entran en escena por los bordes de la pantalla. La marcha contra reloj continúa, la galaxia empieza a perder su forma, convirtiéndose en una nube confusa de gas. Y el primer subtítulo de la película anuncia:
“Nacimiento de la Galaxia a partir de una nube de Hidrógeno, Helio y trazas de Litio”.
La nube sigue perdiendo su forma, difuminándose a medida que se mezcla con las nubes vecinas, que se acercan amenazantes desde todas las direcciones. Unos minutos más, y el gas llena completamente toda la escena. Ya no hay galaxias, sino una sola nube homogénea que llena todo el universo. El subtítulo anuncia:
“Aquí comenzó la Formación de Estructuras, a partir de pequeñas inhomogeneidades en un mar uniforme de gas”. El espectador se pregunta intrigado si es así como habrá empezado todo. Pero no parece ser esa la idea del director, porque el retroceso continúa.
El gas, que continúa llenando completamente la pantalla, se comprime. Y a medida que eso pasa, se calienta y los átomos que lo componen colisionan cada vez más violentamente. Hasta que el calor es tan insoportable que el gas comienza a arder. De nuevo el subtítulo explica
“Aquí se produjo la Recombinación, antes de la cual el universo no era transparente, sino brillante”. Efectivamente la pantalla esta ahora de un rojo uniforme que se va tornando azul a medida que se calienta, y no se ve más que a unos pocos milímetros de profundidad. Y el rebobinado continúa.
El Universo está ahora lleno de núcleos atómicos y electrones, que ya no pueden mantenerse unidos debido a la violencia de las colisiones. Y ese gas se sigue comprimiendo. En un dado momento la furia térmica comienza a romper los núcleos, y la pantalla nos anuncia
“Inicio de la Nucleosíntesis, que dió origen al Hidrógeno, Helio y Litio, antes de este momento no había núcleos sino sólo sus componentes”. Es decir que lo que se ve ahora no es un gas caliente sino una sopa uniforme de protones, neutrones y electrones.
El espectador ataja con la boca un pochoclo mientras se pregunta que sucederá a continuación. La pantalla dice
“CUIDADO: de aquí en adelante, lo hechos que se relatarán son puramente especulativos y muy poco entendidos, cualquier semejanza con la realidad será bienvenida”. Y el retroceso sigue implacable.
La sopa de partículas elementales se sigue calentando y comprimiendo. Las partículas se rompen al chocar y sus componentes son cada vez más extraños. Los subtítulos pasan fugaces
"Bariogénesis...",
"Ruptura electrodébil....", y otros trabalenguas. En un dado momento todas las partículas se han roto y la pantalla esta llena de un material que el espectador no reconoce. El subtítulo intenta aclarar
“Estamos viendo la estapa de Inflación: el universo está lleno de partículas extrañas llamadas inflatones”. El espectador piensa que algo raro harán estos inflatones, porque a medida que el tiempo retrocede, lo que antes era una uniformidad casi absoluta ahora comienza a mostrar detalles. Más densa y caliente por aquí, mas fría y diluida por allá. De nuevo los subtítulos
“Vemos las inhomogeneidades primordiales, que luego desaparecieron a causa de la Inflación”.
Más compresión y más calor. Los intragntes inflatones colisionan brutalmente. Tanto que empiezan a destrozar el espacio en el que se mueven, como si arrancaran pedazos en su camino. Un cartel grave anuncia
“Hemos llegado a la Escala de Plank, los conocimientos actuales no permiten imaginar lo que pasó antes”. La velocidad de la película disminuye hasta que se finalmente se detiene. El espectador contiene el aliento. Los subtítulos continúan
“Esta etapa es también conocida como Big Bang, se la suele confundir con el comienzo del universo, pero es solo el principio de lo que podemos entender. Nuestra ignorancia acerca de lo que pasó mas atrás es absoluta”. La pantalla está llena de lo que demonios fuere la
estructura cuántica del espacio tiempo.
La imagen comienza a moverse nuevamente, pero ahora la película avanza hacia delante, el tiempo fluye en su dirección habitual. El poder de los inflatones empuja la sopa hacia fuera, infla el universo, y barre con cualquier detalle visible, dando origen a la homogeneidad primordial. El espectador mastica reflexivamente el último pochoclo del paquete -Así que nada de “todo el universo comenzando en un punto de tamaño cero”. Nada de “el instante inicial”. Sólo ignorancia de lo que hubo antes.- Distraído, ve pasar ante sí toda la historia del universo. Se despabila al escuchar el zurdazo y mira sobresaltado la pantalla para ver el glorioso vuelo del gordito que salva un tiro clavado en el ángulo, con una atajada histórica. La pantalla se oscurece y un cartel anuncia: