(venimos de acá)
Actualización del rubro "visas": una mañana me telefonea un colaborador para avisarme que me busca "gente de migraciones" en mi oficina. El objeto sería completar algunos detalles acerca de la visa que solicitamos para nuestro participante iraní. Me pasa el teléfono con un tal "Unión, Jaime Unión" quien dice pertenecer a la "Oficina de Control de Admisión de Extranjeros, de la Dirección de Migraciones".
Actualización del rubro "visas": una mañana me telefonea un colaborador para avisarme que me busca "gente de migraciones" en mi oficina. El objeto sería completar algunos detalles acerca de la visa que solicitamos para nuestro participante iraní. Me pasa el teléfono con un tal "Unión, Jaime Unión" quien dice pertenecer a la "Oficina de Control de Admisión de Extranjeros, de la Dirección de Migraciones".
El tal Jaime Unión se muestra muy cordial y me explica que su función es verificar que nuestro persa esté realmente asistiendo al encuentro, para poder darle la visa solicitada. Previsiblemente, esa pregunta le vale un escueto "si, en efecto, asiste a nuestro evento", que al parecer no lo deja satisfecho, por lo que comienza a ponerse un poco más, digamos, invasivo...
-¿Donde tomaron contacto con esta persona? (leí sus papers... aunque en realidad ¿eso a vos que te importa?)
-¿Ustedes le enviaron alguna carta de invitación? (si estás acá es porque viste la carta, ¿de dónde si no sacaste mi nombre?)
-¿Cuantas personas asisten al evento? (bastantes, llegaste tarde, no hay más entradas)
-¿La invitación la firma el jefe de departamento, ehhmm...? (aquí hace una pausa sugestiva esperando que yo diga el nombre: si, salame, la firma Fulano)
-¿Hay una mujer también que organiza en Buenos Aires, ehmmm...? (otra pausa igual, ya me empieza a inflamar las gónadas: se llama Fulana ¡y pará de tomarme examen gilastro!)
-Bueno bueno, lo único que haría falta es que me mande una lista de participantes y sus nacionalidades (¿para qué? si yo sólo te pedí visa para uno de ellos, además yo no les pregunto las nacionalidades, solo me interesan sus calificaciones académicas)
-Mandame por favor la lista a controlextranjeros@yahoo.com (ok, te la mando para que nuestro descendiente de Jerjes no se quede sin visa, pero ya me estás cayendo mal... además ¿un mail en Yahoo tenés? ¿no tenés un mail institucional, algo más serio, tipo pindonga@migraciones.gov.ar?)
En fin, obviando lo muy desubicado que me pareció el incidente, corté la lista de asistentes de la página web del evento -que después de todo es pública- y se la envié. Lo notable del caso es que ¡el e-mail rebotó!... Al día siguiente recibí un mensaje en mi buzón de voz donde un insistente Jaime Unión me reclamaba la dichosa lista para poder terminar con el trámite del iraní. Temiendo que nuestro invitado quede varado en la frontera por una estupidez burocrática, fuí a la página web de la Dirección Nacional de Migraciones buscando el email de la "Oficina de Control de Admisión de Extranjeros"... y me encontré con que no existe tal oficina, o al menos no con ese nombre. La Googlié y no saqué nada concreto. Busqué el email en Yahoo y al parecer ese usuario no existe.... Lleno de dudas, probé varias direcciones, hasta que finalmente la versión terminada en ".ar" no rebotó.
Ahora bien, sospecho que el tal Jaime Unión no pertence a Migraciones, sino a alguna oficina con peor historia. Solo que no puedo creer que nuestros espías sean tan berretas. Se camufla como miembro de una oficina que no existe, me pide con insistencia una lista que está publicada hace meses en la página web del evento, pone el e-mail de la supuesta oficina en una cuenta de Yahoo, que ni siquiera es capaz de recordar correctamente. Si a un despistado como yo le llevó diez minutos darse cuenta de que es todo trucho ¿cuanto le puede llevar a un prendepetardos profesional?... Mi conclusión es doble. La primera es que es pura suerte que no tengamos más atentados como los que tuvimos. Y la segunda es que muchos militantes de izquierda harían bien en moderar la paranoia: los famosos "servis" efectivamente existen, pero comparten la característica distintiva de la administración pública vernácula ¡son unos tremendos inútiles!