viernes, marzo 15, 2019

Si las llaves del Universo fueran efímeras

One minute I held the key
Next the walls were closed on me

El síndrome de Geshwind

Siguiendo enlaces a la deriva por Wikipedia, recabé en el artículo sobre el llamado síndrome de Geschwind. Se trata de un conjunto de rasgos de personalidad que al parecer manifiestan muchos pacientes con epilepsia del lóbulo temporal. Por esta razón, se lo conoce también como personalidad del lóbulo temporal.

Yo sufro precisamente ese tipo de epilepsia, aunque mi personalidad se ajusta bastante poco a los rasgos característicos del síndrome. Lo fascinante es que, habiendo sufrido crisis del lóbulo temporal durante años, puedo comprender perfectamente por qué algunas personas se comportan de ese modo.

Los rasgos característicos de la personalidad que caracterizan al síndrome de Geschwind son cinco:
  1. Seriedad: las personas con personalidad del lóbulo temporal en general no disfrutan del humor y del intercambio informal, y se ríen muy poco. No es mi caso, no seré el alma de la fiesta pero tampoco soy una persona seria, mas bien al contrario.
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  2. Sexualidad atípica: las personas con sindrome de Geshwind suelen ser hiposexuales, manifestando poco deseo y poco interes en el sexo. En mi caso, cuando mi actividad sexual se ve restringida es mas bien por limitaciones, digamos, “ajenas a mi voluntad”.
  3. Hiperreligiosidad: los epilépticos con síndrome de Geschwind están muy interesados en la religión. Esto no necesariamente implica que sean creyentes, sino que profundizan obsesivamente en el estudio de cosmogonías religiosas. De nuevo, no se me aplica, soy ateo y mi interés en los dogmas de cualquier tipo de fe es bastante superficial.
    (CC0)
  4. Hipergrafia: las personalidades del lóbulo temporal tienden a escribir mucho sobre su experiencia subjetiva. Acumulan libros y cuadernos con sus reflexiones, sus ideas y sus creencias. En mi caso, tal vez podríamos decir que escribo mucho, si se cuentan mis posts divulgativos y de opinión en las redes sociales.
    (CC0)
  5. Viscosidad afectiva: las personas con personalidad del lóbulo temporal tienden a ser conservadoras en sus relaciones y estables en su modo de vida. Eso probablemente sí se me aplique.
Pero ¿por qué? ¿Qué tienen las crisis del lóbulo temporal, que provoca que las personas se comporten del modo particular descripto por el síndrome de Geshwind? Habiendo vivido un largo tiempo con tales crisis, creo que lo comprendo perfectamente. Antes de explicarlo, viene al caso un disclaimer: en lo que sigue, todo lo que tenga que ver con neurobiología y psicología cognitiva debe tomarse como las reflrxiones de un simple lector amateur, que podrían contener grandes errores y confusiones.

Cómo percibimos el mundo

Las señales sensoriales, que impresionan continuamente nuestros sentidos, pasan por una serie de procesos neurológicos desde el momento de su recepción hasta que se transforman en un dato de nuestra consciencia.
En primera instancia, cuando recibimos una sensación visual, táctil, auditiva, etc, ésta pasa por un “filtro de emergencia” en la parte interna de nuestro cerebro conocida como sistema límbico. Ese filtro es muy rápido, pero muy poco preciso. No nos dice casi nada acerca de la sensación en sí, pero determina si se trata o no de una señal alarmante de la que debamos huir sin detenernos a analizarla.

Este filtro es el responsable de que nos sobresaltemos con una imagen intefinida pero que se mueve rápidamente hacia nosotros, o con un sonido fuerte como una explosión, o con un roce inesperado en la oscuridad. Incidentalmente, es también la causa del poder evocativo de los olores conocidos.

(CC-BY SA 4.0, by Miquel Perello Nieto)

En paralelo, la señal pasa también por un sistema independiente, situado en la corteza cerebral. Este sistema procesa la señal sensorial, separándola en sus partes constitutivas, y extrayendo de ella la mayor cantidad posible de información. Es un proceso más lento que el filtro antes descripto, pero mucho más preciso.
Por ejemplo, cuando recibimos una imagen visual, la corteza cerebral determina los bordes de los objetos e identifica sus posiciones en tres dimensiones, clarificando qué cosa está adelante de qué otra. Si se trata de una impresión auditiva, separa el ladrido de un perro de la música de fondo y del sonido del ventilador.

Sin embargo, luego de que las impresiones sensoriales han sido filtradas por el sistema límbico y analizadas por la corteza cerebral, aún seguimos sin saber qué son. El paso siguiente es la clasificación semántica, es decir poner cada elemento identificado como parte independiente de una impresión sensorial dentro de una o varias categorías mentales. Por ejemplo poner esa imagen visual en la categoría de los “libros” y de los “objetos rectangulares” y de los “objetos de papel”. Un punto crucial para esta discusión, es que tal clasificación semántica tiene lugar, en buena medida, en los lobulos temporales.

La clasificación semántica es una de las partes más importantes del proceso cognitivo, ya que nos permite sabér qué es lo que estamos observando. Las categorías semánticas determinan nuestro grado de comprensión del universo. Al encontrar relaciones entre diferentes categorías semánticas, las unimos dentro de categorías mayores, y ese proceso es lo es lo que llamamos entender.

(CC-BY SA-3.0, by Cmglee)

El día que entendimos que el cielo y el mar tienen algo en común, y lo llamamos “azul”, inventamos una categoría semántica nueva. En adelante, cuando nuestra corteza cerebral procesa la imagen de un objeto, los lóbulos temporales deciden si pertenece o no a la categoría “azul”. Similarmente, cuando entendimos que la sangre y el atardecer tienen algo en común, descubrimos la categoría “rojo”. Más aún, cuando notamos que las categorías “rojo” y “azul” tienen algo en común, las unimos en una nueva categoría, que llamamos “color”.

Lo crucial aquí es que entender algo, es unir las categorías semánticas que lo comprenden. Aprender que los “perros” y las “abejas” son “animales” es unir esas dos categorías en una categoría mayor. Como hacemos cuando comprendemos que los "animales" y los “vegetales” son “seres vivos”, o que el “SIDA” es, como la “gripe”, una “enfermedad viral”.
La sensación agradable que sentimos al entender algo, esa voz que dice ¡ahh! dentro de nuestra cabeza, es la manifestación de nuestros mecanismos cerebrales uniendo categorías semánticas.

Las crisis del lóbulo temporal

Los que vivimos con epilepsia del lóbulo temporal, sufrimos descargas electricas descontroladas en las redes neuronales que componen esa partes del cerebro. Lo que sigue es un intento de descripción escrita de algo que, por definición, no se puede poner en palabras: una crísis del lóbulo temporal.

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La primera sensación es la de inminencia: sabés que viene la crisis. En ese punto algunos expertos dicen que ya no se la puede detener, desde mi experiencia personal yo he podido hacerlo una o dos veces.

Luego comienza la crisis propiamente dicha. La sensación es casi agradable, incluso físicamente placentera, aunque psíquicamente desconcertante. Podés percibir lo que tenés a tu alrededor (no es una ausencia, esa palabra es una muy mala descripción). Las impresiones sensoriales son procesadas perfectamente, ves, oís y sentís. Pero no se clasifican, es decir que no sabés qué es lo que ves, oís o sentís.

Sin embargo, el sentimiento no es de incomprensión, sino más bien lo contrario, tenés la sensación muy fuerte de estar entendiendo todo. Lo que está pasando es que la descarga epiléptica desdibuja las categorías semánticas, las une al azar en categorías mayores, produciendo la sensación psicológica de comprensión.

(CC0)

De golpe, el universo cumple el teorema de Pancho Ibáñez todo tiene que ver con todo ¡y vos sentís que entendés el por qué! Por supuesto, durante las crisis no podés hablar ni comprender el lenguaje, por lo que resulta imposible conunicar esa experiencia. Esto dura apenas unos segundos, en los que sentís que comprendés en profundidad todas las relaciones del Universo. Y luego termina.

La memoria de las crisis dura alrededor de una hora, incluso menos. luego a veces recordás que tuviste una crisis, pero nunca lo que sentiste durante la misma.

Por unos segundos tuviste el Universo en tus manos. Y luego se escapó como arena entre tus dedos.

Vivir perdiendo el Universo varias veces por semana

Volvamos a los síntomas del síndrome de Geschwind ¿no son obvios ahora?
  1. Seriedad: bueno, es natural que no tengas ganas de reirte, si sentiste que comprendías las razones últimas del todo, y luego las olvidaste súbitamente.
  2. Sexualidad atípica: también seria comprensible si no te quedaran ganas de coger ¡acabás de perderte el Universo!
  3. Hiperreligiosidad: la experiencia es mística, y si no sos un racionalista irreductible como es mi caso, es natural que busques explicaciones en la religión.
  4. Hipergrafia: querés escribir lo que te pasó, antes de que se te olvide, tenés la sensación de haber entendido algo trascendente, y es natural que quieras registrarlo.
  5. Viscosidad afectiva: ese vislumbrar la enormidad y luego perderla te puede producir una enorme sensación de desamparo, el reflejo es aferrarte a las personas que te rodean.
Por eso, si bien no tengo la mayoría de los rasgos de personalidad asociados al síndrome de Geschwind, habiendo sufrido crisis del lóbulo temporal, me los explico completamente.

(CC0)

Si sintieras varias veces por semana que las llaves del Universo son efímeras ¿no te parece que tu personalidad se vería afectada?.

sábado, marzo 02, 2019

Sobre pasados apocalipsis

Para poner en contexto las películas apocalípticas que estoy mirando estos días, estuve leyendo sobre extinciones masivas.

(PD)

Hubo varios eventos a lo largo de la historia biológica de la Tierra, durante los cuales se extinguió en poco tiempo más del 50% de las especies vivas. Estos eventos se conocen como extinciones masivas El más conocido es, claro, la extinción de los dinosaurios, pero no fue el único ni el más grave. Hubo otros antes, y sin duda habrá otros en el futuro.

Son eventos repentinos en términos geológicos, es decir que duraron entre unas pocas décadas y decenas de miles de años. Se debate si las causas de cada uno de ellos son particulares o parte de un esquema general, y si tienen un carácter periódico o esporádico.

La causa de la primera extinción masiva es muy interesante: se trató del proceso de oxigenación. El oxígeno es un gas extremadamente tóxico para los seres vivos. En su estado de equilibrio está combinado con otros materiales formando oxidos, y por eso no se acumula en la atmósfera. Por ejemplo, Marte es rojo porque el oxigeno resultante de su formación oxidó el hierro del polvo marciano dándole el color de una vieja herradura. Además, tiene además una atmósfera de dióxido de carbono producto de la oxidación de los hidrocarburos que habia en su atmósfera primordial.

Sin embargo, el oxígeno aparece como residuo del proceso de fotosíntesis, por medio del cual varios organismos obtienen su energía. En el pasado remoto de la Tierra, las primeras cianobacterias fotosintéticas generaban oxígeno, que liberaban al océano. Allí, el oxígeno inmediatamente se recombinaba con el hierro disuelto, formando óxidos. Pero claro, en un momento no hubo más hierro disponible, y muy rápidamente la atmósfera comenzó a llenarse de oxígeno… matando básicamente todo.

Afortunadamemte, la evolución biológica dió origen la respiración, haciendo de la adversidad una virtud y permitiendo que la vida continuara en medio de una atmósfera tóxica. Usando el oxígeno excretado por las plantas para quemar material orgánico, se posibilitó la vida animal, dando origen a lo que se conoce como la explosión del Cámbrico. De un modo bastante súbito, animales multicelulares relativamente grandes, que requieren una enorme cantidad de energía para funcionar, comenzaron a poblar la Tierra.


(CC BY-SA 4.0, by CNX OpenStax)


Pero no vivieron felices por siempre, la vida nunca es un cuento de hadas. Luego de la oxigenación hubo otras extinciones masivas. En un mundo poblado de animales, ahora las extinciones dejaban un registro fósil en los estratos geológicos. Así sabemos que una de las peores fue la extinción del Pérmico, que barrió aproximadamente el 95% de la vida animal. La del Cretáceo es la más famosa, después de todo ¡mató al T-rex! Se discuten varias causas para cada una de estas extinciones, algunas de ellas muy interesantes.

  • Vulcanismo: una actividad tectónica excepcional crea nuevos volcanes en todo el mundo. Estos emiten cenizas y gases sulfurados que inundan la atmósfera, lo que resulta en poca luz y lluvias ácidas. Mata.

    (PD)

  • Liberación de metano: un cambio brusco de temperatura promedio, causado por una fluctuación en el brillo solar, libera gas metano encapsulado en el fondo marino. El metano es un gas invernadero que causa un aumento repentino de temperatura, lo que a su vez libera más metano. Mata.

    (CC BY-SA 3.0, by Avenue)

  • Explosión de una supernova cercana: una estrella a menos de 50 años luz llega al final de su vida, y estalla en una supernova. El pulso de rayos gamma resultante destruye la capa ozono de la atmósfera terrestre. La luz ultravioleta del sol llega al suelo sin ningún tipo de filtro. Mata.

    (CC BY 4.0, by G. Bacon)

  • Inversión del campo magnético terrestre: un cambio en las corrientes de magma produce una inversión o un debilitamiento de la intensidad del campo. Con esto, las partículas del viento solar llegan al suelo, creando un flujo de radiación fuerte y constante. Mata.

    (PD)

  • Llamarada solar: una eyección de materia coronal extraordinaria llega a la Tierra, y barre completamente la capa de ozono. De nuevo luz ultravioleta que llega al suelo, ahora acompañada de radiación. Mata.

    (PD)


Pero por supuesto, todos esperamos a la estrella del Apocalipsis: el meteorito que golpea la tierra y mata a los dinosaurios.

Al parecer quedan muy pocas dudas de que fue un impacto meteórico, que se produjo en la zona de Chicxulub en el golfo de México, lo que mató a los dinosaurios. Por el tamaño y composición del cráter, se sabe que fue un meteorito rocoso del tipo carbonáceo de unos 15 kilómetros de diámetro, el responsable del destino de pterodactilos, triceratops y plesiosaurios.

El impacto tuvo la potencia de unas diez mil millones de bombas de Hiroshima. La onda de choque fue tan enorme que desató terremotos y vulcanismo en todo el globo.

La enorme cantidad de energía liberada fundió la roca y eyectó material al espacio, el cual al reingresar a la atmósfera causó una lluvia de fuego casi global que provocó enormes incendios. Se discute si los incendios se transformaron en tormentas de fuego, un fenómeno atmosférico en el cual las corrientes de aire causadas por el incendio lo realimentan y lo expanden.

El impacto se produjo en un mar poco profundo, por lo que causó un tsunami de “sólo” 100 metros de altura, el cual arrasó hasta bien adentro del continente. Por contraste, el tsunami del Índico del 2004 que mató a casi 300.000 personas, no llegó a los 30 metros en su punto mas alto y a 10 metros en la costa; y el tsunami del Japón del 2011, cuyas imágenes todos recordamos y que causó la tragedia de Fukushima, fue de unos 5 metros de alto en su máximo. Si el meteorito hubiera caído en el océano profundo, el tsunami hubiera sido ¡de unos 5 kilómetros de alto!

La lluvia de fuego, más el vulcanismo resultante del impacto, acidificaron la atmósfera causando posteriores lluvias ácidas. El humo, el polvo del impacto y la ceniza volcánica, provocaron una noche de casi un año de duración, y tardaron una década en depositarse. Esto mató la totalidad de la vida vegetal, lo que a su vez mató de hambre a los herbívoros supervivientes del cataclismo, y como consecuencia también a los carnívoros.

Se dice que murieron todos los cuadrúpedos de más de 25kg, incluyendo a todos los dinosaurios salvo las aves. Por su menor necesidad de alimentos y su capacidad de buscar refugio, se salvaron los animales pequeños y/o de sangre fría: tortugas, cocodrilos, aves, anfibios, insectos. Y no mucho más.

Lo interesante es que un evento de estas características podría ocurrir mañana . Y sin ningún preaviso, ya que no tenemos un gran sistema de alarma de impacto meteórico. Incluso si lo hubiera, no existe hoy la capacidad de desviar un asteroide en curso de colisión, y no podría desarrollarse a tiempo.

La pregunta en todo caso es ¿qué haríamos, cada uno de nosotros, si un impacto se esta por producir? Yo buscaría terrenos altos para huir del tsunami, sin bosques para escapar de los incendios, y subterráneos para esconderme de la lluvia de fuego. Y me encerraría con latas para 10 años, semillas, armas, y todos los chicos de la familia… Pero en cualquier caso, como señala John Varley en su historia La guía telefónica de Manhattan, sobrevivir es una fantasía. De eso precismente se trata un apocalipsis.

Así, cuando te pregunten para qué sirve la exploración y colonización de otros planetas, contestá

“Para no poner todos los huevos en la misma canasta”

Seguiré mirando películas apocalípticas. Hasta ahora recomiendo:

  • Cartas de un hombre muerto (1986)
  • Deep impact (1998),
  • Children of men (2006),
  • The road (2009),
  • Seeking a friend for the end of the world (2012),
  • These final hours (2013).