Una de las tareas que ocupan las horas de un científico es la organización de seminarios, reuniones y conferencias de su especialidad. Los formatos para tales eventos varían desde la reunión informal, que involucra un par de decenas de personas que en general trabajan en lugares cercanos, y requiere de un aula pequeña para las exposiciones y de un bar cercano para los intervalos, hasta la conferencia internacional, que involucra a varios cientos de científicos de varios países, y que necesita de un auditorio enorme y de mil ingredientes más.
En aquéllos nortes, media docena de colegas organizadores se ocupan de la puesta a punto de los detalles. El trabajo consiste en la selección de los temas a tratarse y del lugar donde se realizará el evento, de los expositores y de los asistentes, y finalmente de la empresa organizadora o del personal auxiliar no-académico que se ocupará de los detalles menores. En nuestros sures en cambio, bueno, otra es la historia. Principalmente porque no hay plata para empresas organizadoras, y porque el personal auxiliar no-académico cree que tiene el derecho constitucional inalienable, conquistado por los mártires de Chicago y por la Revolución de Octubre (la del 17) a no laburar.
Este triste blogger, junto con otros colegas, no ha tenido mejor idea para arruinarse el año que organizar una conferencia internacional en suelo patrio. La selección del tema fue inmediata, siendo la gravedad cuántica el tema abierto más interesante de la física teórica. La selección del lugar también, optando por realizar la conferencia por mitades en dos ciudades cercanas. La selección de los expositores resultó ser relativamente simple, muchos científicos de primer nivel aceptaron inmediatamente la posibilidad de exponer en el evento, incluso si tuvieran que financiar su viaje con fondos propios. Se decidió dar formato de escuela a la primera parte, favoreciendo la asistencia de estudiantes avanzados, doctorandos y posdocs del país y del exterior, y de workshop a la segunda, uniéndose a los anteriores investigadores más experimentados. Con eso terminaría el camino que en el primer mundo conduce a una conferencia científica internacional.... si no fuera porque la empredrada realidad de nuestras pampas obliga al conductor a adquirir también dotes de mecánico y de bombero.
Financiamiento: el programa R@ices nos adjudicó un subsidio que tiene un problema sutil: las personas que cobran un sueldo por administrarlo no tienen idea de qué tipo de gastos deben reintegrarnos, en qué rubros y a cambio de qué tipo de boletas. Como todo burócrata que se precie, enfrentados a la posibilidad de arriesgar la cómoda posición desde la que miran pasar su miserable existencia, prefieren adoptar la opción más conservadora de dificultarnos todo lo posible el uso del dinero.
Participamos también de un concurso de la ANPCyT para obtener un subsidio específico para financiar conferencias. Si bien está dirigido a eventos a realizarse a partir del primero de julio, "por demoras administrativas" la decisión acerca de los ganadores se publicará recién a principios de agosto... después de nuestra conferencia. Mas allá del eufemismo que disimula una importante rascada de gónadas del personal involucrado, esta situación nos pone ante una decisión complicada ¿adelantamos el dinero de nuestros bolsillos confiando en que ganaremos el concurso? ¿o no hacemos gasto alguno obviando que, si finalmente obtenemos el subsidio, se nos pedirá informes sobre su resultado?
Alojamiento de los participantes: ofrecimos a varios hoteleros la posibilidad de llenarles la choza por diez días en la peor época del año. De los pocos que se dignaron a responder el e-mail, a casi ninguno se le ocurrió algo más que multiplicar el precio de una plaza por el número total de pasajeros. Hubo que explicarles que, a cambio de tamaño negoción, al menos esperábamos un descuento. El único que fué capaz de visualizar por sí mismo un descuento del 15%, en un ejercicio ignorancia envidiable lo calculó dividiendo el costo total por 1,15.... ¿Puede ser que los físicos deban enseñarle a los comerciantes el modo de hacer negocios?
Visas de los participantes: un par de nuestros participantes son iraníes. Originadas en el peso político de la fracción menos progre de nuestra colectividad judía, y apoyadas la proverbial inoperancia de nuestra adiministración pública, las regulaciones migratorias han hecho imposible para los ciudadanos de ese país el visitar nuestro crisol de razas. Prácticamente no existe la posibilidad de una visa turística, y la visa académica requiere de una invitación que sólo puede hacer la Universidad.
Pedimos a nuestra querida insitución que nos prepare tal invitación, lo que requirió iniciar un trámite que llevaba adelante la muy jóven y bien dispuesta “Laura”. Durante varias semanas, “Laura” respondía nuestros cada vez más ansiosos llamados telefónicos con pedidos de paciencia, asegurando que el trámite seguía su curso natural.... Hasta que uno de esos llamados fue respondido por una voz desconocida que nos informó lacónicamente que "Laura no trabaja más acá"... Lo notable es que su reemplazante, ni jóven ni bien dispuesta, se negó a estampar su firma en la invitación con el argumento de que la ley la responsabiliza de lo que los iraníes hicieran en nuestro suelo, como si no fuera el adquirir tal responsabilidad la única razón por la que se le paga un sueldo. Si bien no lo aclaró explícitamente, las hípicas anteojeras de esa señora le impiden diferenciar "iraní" de "terrorista", y "físico" de "bomba atómica".
Café para los intervalos: Al parecer los dueños de los bares y los proveedores de servicios de lunch malentienden la expresión "oro negro", prefiriendo reemplazar los litros por los kilates en la medición de su elixir. Cuando finalmente y luego de mucho buscar creímos haber obtenido un precio razonable, al momento de ir a contratarlo plata en mano ¡mágicamente se triplicó!
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En fin, esta tarea se está llevando mis dias. La fecha se acerca y las horas fluyen como arena, llego a la noche cansado y con la convicción de no haber avanzado un milímetro y me levanto cada mañana meditando la idea de inmolarme en la plaza pública o, más probablemente, cortar alguna de las cabezas involucradas, clavarla en una pica, y bailar desnudo en círculos a su alrededor.