La memoria de un árabe justiciero en tu apellido, italianizado primero por el pueblo y españolizado después por la nobleza. Los ojos claros de algún invasor francés mil veces expulsado por un pueblo nunca sumiso, y mil veces más convocado por una nobleza mezquina y temerosa. El sol del Mediterraneo en tu piel oscura, y la marca del Egeo en tus facciones. La costumbre de hablar a los gritos y con las manos, disfrazando de airada discusión cualquier charla de sobremesa. Y la actitud risueña ante la vida y sólo trágica ante la verdadera tragedia. Eso te dió tu tierra.
Tierra de almendras, aceitunas y limones, en el centro de un mar histórico que la hizo puente de todas las invasiones y cabecera de playa de todas las guerras. Isla por la que arriesgaste tu vida, aunque la Guerra se debiera a ambiciones imperialistas que despreciabas de los fascistas a quienes odiabas. Kilómetros que cruzaste a pie para volver a tu casa cuando ya no quedó nada que hacer. Suelo en el que enterraste tu arma al pié de una higuera, para no rendirla al enemigo yanqui después de combatirlo durante años. Y donde todavía yace, esperando que vuelvas a ese pais que abandonaste.
Porque juraste que despues de pelear por tu patria, nunca besarías el anillo de ningún obispo ni le harías la reverencia a ningún noble. Porque amabas a tu familia más de lo que amabas tu historia, y preferías jugarte el futuro al otro lado del mar para asegurarle a tus hijos la posibilidad de estudiar, que condenarlos a la vida de tus antepasados pobres. Porque elegiste apilar ladrillos y construir a mano un futuro para los tuyos, para que que nunca les faltaran las únicas cosas que considerabas dignas de ser pagadas: un médico y un abogado. Y todo eso nos dejaste.
Quienes no aceptamos los mitos religiosos como escondite fácil ante el miedo a la muerte, quienes creemos que la vida es una y es esta, tenemos una enorme responsabilidad hacia los que nos han precedido. No los imaginamos vivos en ningún otro lado sino en nosotros mismos, y lo que hoy somos es la única razón por la que ellos vivieron. Ser lo que ellos fueron, aprender de su experiencia y honrar sus sueños, es la única manera de mantenerlos con vida.
Amar a los propios y dejar todo por ellos, caminar kilómetros para tenerlos cerca cuando el futuro es más incierto. Pelear siempre hasta el final, y enterrar las armas antes que rendirlas. Construirse un futuro a fuerza del trabajo propio. Y nunca, jamás, besar un anillo ni hacer una reverencia, porque no existe otra nobleza que la que uno mismo construye. Más de veinte años después de que te fuiste, sé que esa es tu herencia.
(el muy hijo de Karina Mujica sigue haciendose el malo, pero eso sí, dar la cara, ni loco...)
ResponderBorrarHermoso texto.
ResponderBorrarVengo de tantos lados. Es tan confusa mi ascendencia que no sé quién vino primero, quien tomó la decisión de apilar ladrillos y construir a mano un futuro para los tuyos.
De todas maneras me gusta pensar que se trató de algún tano que quiso para sus descendientes alejar la pobreza.
Saludos
Che, qué bueno, me gustó mucho. Está muy bien escrito y además es cierto, dos virtudes que rara vez van de la mano.
ResponderBorrarPero no pude descubrir quién es (estoy en el laburo y no con mucho tiempo, sin embargo... ¿dónde buscar referencias?)
Y no se preocupe por el ratón ese, los maricones no están en el festival del orgullo, están detrás de un tecladito.
No busques referencias, dificil que encuentres algo escrito fuera del album de fotos de mi familia. Se trata de uno de mis abuelos, que murió hace más de veinte años, siciliano, comunista, albañil y emigrado en la posguerra.
ResponderBorrarLo escribi después de una de las escaramuzas habituales contra algún tiranuelo universitario, donde alguien me preguntó para qué me gasto en pelearla "si igual nunca les vas a ganar". Me gasto porque no hacerlo sería faltarle el respeto a él, porque tomar la actitud fácil de hacerle la reverencia al noble sería vanalizar el sacrificio que él hizo al emigrar.
En cuanto nos parecemos a quienes nos precedieron hay un poco de microcultura familiar y un poco de herencia genética. Pero al menos en mi caso hay también el convencimiento de que quienes murieron no viven en ningún otro lado sino en las acciones de los que quedamos. Es mucho más dificil que mirar al cielo y decir "ahh, Nonno, ojalá la estés pasando bién", pero creo que es mucho más justo y también a la larga más útil.
Verdugo:
ResponderBorrarEn mi caso, en un saltito hacia atrás de dos generaciones ya no me queda una sola gota de sangre en estas pampas (y no se lo cuente a los amigos originarios, que me van a rajar a boleos en el culo). La rama materna la puedo rastrear en Europa una o dos generaciones más, en cuanto a la rama paterna, no se si llego tan lejos.
Lo raro del caso es que Belgrano, Moreno y San Martín son mi historia, el español lunfardizado es mi idioma, y la carne es mi plato. Cosa que obviamente nos pasa a todos los argentinos descendientes de los barcos. Me pregunto si Europa será capaz de hacer lo mismo con sus inmigrantes...
Coincidimos en lo del sur de Italia. Por mi parte hay alguien de Pelermo y, cuando llegó fue a trabajar de mayordomo a la estancia de los dueños de Nobleza Picardo. No sé si era militante. Sus hijos fueron muy pobres, sus nietos (entre los que está mi papá) salieron de la indigencia en el 45. Ahí comenzaron a revelarse y a luchar. Para ese entonces todos eran argentinos con los mismos mí que vos citás y que yo comparto. Algo hay acá que hizo que la descendencia olvide el origen de los que vinieron en los barcos. Algo parecido le pasa a los niños bolivianos, paraguayos y peruanos que tengo de alumnos. Rápidamente incorporan gustos y tics.
ResponderBorrarDifícil que Europa pueda hacer algo así. Creo que ese mini continente juega otro partido. Sartre, en el prólogo de "Los condenados de la tierra de Fanon dice en relación a la visión de Europa sobre la humanidad: Nuestro humanismo es racista, puesto que el europeo no ha podido hacerse hombre sino fabricando esclavos y monstruos..
A Europa le debemos mucho, sobre todo a los trabajadores de allí. Pero Europa deba mucho más a toda la humanidad.
Saludos
PD: hablando de los mí, es UD hincha de algún cuadro de la ciudad diagonalizada?
Cuando el contexto me obliga a dar una respuesta, digo que soy pincha, pero la verdad es que no soy muy futbolero, y de dicho equipo no podría decirle mas que los colores de la camiseta y la dirección de la cancha (y ya es mucho más que lo que sé de otros).
ResponderBorrarEs interesante lo que decis de tus alumnos, yo hubiera dicho que a nuestros inmigrantes americanos les costaría más integrarse de lo que les costo a los europeos. Y no por culpa de ellos, claro, sino de nuestra actitud hacia ellos.
Mi abuelo no era "militante" en el sentido que hoy entendemos la palabra, no creo que existieran las condiciones en la Sicilia de preguerra para nada parecido a lo que hoy llamamos militancia (a decir verdad, si la Italia moderna no es un dechado de organización, y mucho menos en el sur, me imagino lo que habrá sido entreguerras).
Lo que tienen de parecido los inmigrantes de hoy con nuestros abuelos es que olvidan y pierden el rastro de sus orígenes (casi ningún niño habla, guaraní, quechua, etc). También hay una rápida identificación de los jóvenes y niños provenientes de América con los mí que mencionábamos (música, comidas, fútbol, ídolos, lunfardo).
ResponderBorrarDesde ya que tiene sus diferencias bien marcadas en muchos aspectos en relación a los provenientes de Europa si hablamos de construcción del tejido social.
Esto se debe principalmente a cómo se los recibe más que a su cultura de origen. Los niveles de endogamia y de guetho son marcados por el anfitrión, no por el huésped.
Veamos: conozco muchos casos de niños hijos de papá o mamá argentino y de papá o mamá paraguaya. Pero en más de 10 años de trabajo en esta comunidad no he sabido de un matrimonio o pareja de argentino/a con boliviano/a o peruano/a.
Esto es claramente por el racismo que impera en nuestro país.
El tema es muy interesante y preocupante. Yo he escrito varios post describiendo situaciones de apartheid. Puedes leerlos acá!
Los niveles de endogamia y de guetho son marcados por el anfitrión, no por el huésped
ResponderBorrarPrecisamente sobre eso tuve una discusión en un blog español hace algún tiempo. Discusión que terminé abandonando porque hay algo en el pensamiento ibérico que me supera profundamente, una especie de negación de la evidencia, casi lo llamaría necedad si no quisiera ofender amigos...
El dueño del blog panteó un debate acerca del pañuelo que las mujeres musulmanas llevan en la cabeza. Se me ocurrió mencionar que en Argentina los inmigrantes sirios musulmanes rápidamente olvidaron su pañuelo e incluso su idioma, mezclánose en barrios humildes con cristianos y judios. Atribuí eso la actitud algo más abierta con la que fueron recibidos. Ante mi sorpresa fui acusado de... ¡xenófobo! Aparentemente para esta gente rescatar el hecho de que no se formen ghetos es pretender uniformar a los inmigrantes y hacerlos olvidar su cultura....
Entonces expliqué pacientemente (mientras recordaba varios chistes de gallegos) que no me refería a "olvidar" la cultura de los países de origen, sino a una verdadera integración, donde los rasgos sobresalientes de cada cultura inmigrante se mezclaron con los criollos dando origen a algo nuevo. Creí que había quedado claro pero entonces.... ¡se me acusó de tolerante con el fanatismo! Al parecer si se fuera tolerante con algunos rasgos culturales inmigrantes, España correría el riesgo de transformarse en esa ficción mediática llamada "país fanático musulmán" (que nunca se me habría ocurrido que alguien podía tomar en serio....).
La propuesta del español medio parece ser algo así como: si los inmigrantes vienen a mi país, que acepten mi cultura, que se transformen en españoles, y en ese caso serán recibidos con los brazos abiertos, que no olviden su cultura sino que la mantengan de puertas para adentro y en los restoranes etnicos, pero en la calle que actúen como madrileños... si no lo hacen corremos el reisgo de que nuestro país cambie para transformarse en algo diferente, y eso sería terrible.... ¡pero claro que eso va a pasar! ¡y deberían estar ansiosos por verlo, no asustados!
En fin, será que al vivir en un país subdesarrollado no soy lo bastante educado como para entender los procesos mentales de un primermundista medio....
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He leído tus post sobre el apartheid escolar... y me resultan terribles... De hecho creo que la escuela pública fué clave en la integración de nuestros inmigrantes...
Este tema es realmente importante. Da para hablar millones. Acuerdo con vos sobre el miedo de los europeos(sobre todo de los españoles que le tienen pánico a caerse del último vagón del primer mundo y volver a ser el culo de Europa)
ResponderBorrarCasualmente hay un español que, para mí , es el intelectual más claro en este tema. Se llama Mariano Fernández Enguita. acá!, acá!
y acá! podés leer algunos breves post de so blog. También tiene trabajos mucho más extensos sobre el tema en cuestión en su página de la universidad de Salamanca. Me gustaría expresar más mi parecer pero ando con nada de tiempo. Espero en los próximos días contar con ratos para el debate.
Saludos
Seve:
ResponderBorrarEl español medio es francamente tosco. Un día tengo que escribir un post sobre eso. Yo sé que los argentinos somos muchas veces estúpidamente agrandados, pero es que en España realmente son gente a la que en general cualquier pensamiento un poco complejo supera ampliamente.
La corrección política europea es deprimente. No hace mucho publiqué un post de una tarada feminista que se cansaba de afirmar que el velo es un simbolo de la opresion machista y miles de huevadas más.
He tenido discusiones de trabajo tormentosas con algunos catalanes que sencillamente no saben sumar dos mas dos, y les molesta profundamente (lo disimulan muy mal) que un mero sudaca les explique algo. Europa es - como señalaba Borges - profundamente provinciana. Aldeanos enriquecidos, gente sin mundo.
En cambio nosotros, como vivimos en un país loco violento y surrealista, vivimos mirando hacia afuera. Eso nos vuelve algo más cosmopolitas, y la verdad es que no está tan mal.
Otra vez: muy bellamente escrito el post. Hoy viernes me voy a fumar un cigarro a la salud de tu abuelo.
Me sumo al homenaje de Jack. Yo no fumo pero voy a descorchar un Tempranillo a la salud de los que vinieron para cambiar su mundo.
ResponderBorrarSaludos
El discípulo estaba ocupado mezclando diferentes tipos de yerbas.
ResponderBorrar-¿Para qué mezclás la yerba? -preguntó el maestro.
-Porque no quiero acostumbrarme al gusto de ninguna -respondió el discípulo.
-¿Y cómo vas a hacer para no acostumbrarte al gusto de la mezcla?
El discípulo se iluminó.
¿El discípulo no podría haber contestado: Es que nunca la mezcla sale idéntica?
ResponderBorrar------------------
La mezcla, para mí, es fantástica. Siempre me causa gracia los antisemitas que dicen que tienen un amigo judío. Por eso siempre jodo diciendo que tengo un solo amigo boliviano, puto, negro y judío. Porque practico mi tolerancia aceptando al defectuoso. Obviamente es una joda. No veo cómo puede molestar esa mezcla que me parece tan atrapante. Me encantaba cuando una novia que tuve me contaba sus tradiciones (no era cristiana como yo), o cuando un amigo extranjero me cuenta la idiosincracia del país de donde es oriundo. O aquel amigo que nacido en Polonia, vino de la URSS durante la segunda guerra (siendo un bebé). Ver en su álbum familiar a su padre con el uniforme del ejército rojo porque el tipo se cruzó de frontera para luchar por la revolución comunista. O que me cuenten los bolivianos de esas fiestas que duran una semana entera donde se come y se toma a granel de lo que todos pusieron en común. O de la tradición que impera todavía en algunos lugares de Colombia, de custodiar antes de la boda y durante cinco días, la puerta de la habitación de la novia.
En fin, uno no puede más que enriquecerse de otras expresiones culturales diferentes a la propia.
Es muy pero muy chato negarse a ver eso. Suerte que no tengo prejuicios con las nacionalidades o confesiones que sino, me hubiera privado de probar el ceviche peruano. ¡¡¡Que delicia por Marx!!!
Luk@s:
ResponderBorrarComparto esa fascinación, y es una de las suertes de mi profesión el poder interactuar con gente de los más variados orígenes. Laburo con italianos, españoles, rusos. Tengo un coautor polaco cuyo apellido tiene tantas consonantes que ya renuncié a escribirlo, cada vez que tengo que citarlo hago cut&paste; una amiga de origen indio que me hace sentir un bárbaro si mastico un bife en su presencia, por lo que en sus visitas opto por las pastas; un colega griego que por su respeto, digamos laxo, a las instituciones y reglas establecidas ¡bien podría ser argentino! Es una de las cosas más estimulantes que tiene mi profesión.
Sin embargo, en Europa, la moda omnipresente de la corrección política uniformiza todo eso de un modo lamentable. Lo vuelve obligatoriamente normal. Quiero decir: cuando ves a un chino con bonete (había uno en un instituto donde trabajé) está terriblemente mal visto que le preguntes "¿macho, que joraca te pusiste en la cabeza?" por lo que lo normal es que te quedes con la duda de si se trata de una costumbre ancestral de su país, o simplemente de un chino que quemó fusibles. Incluso peor, si le comentás a alguien: "mirá lo que se puso ese chavón", corres el riesgo de ser tratado como un nazi fabricante de hornos (un poco fuera de tema: ni te digo si se te ocurre decir "mira que buen culo que tiene la rubia", te convertis en un machista golpeador peludo y maloliente). Esto configura un grado de alienación importante, bastante dificil de entender para un latinoamericano. Por suerte siempre hay cerca algún cubano, mejicano o brasileño, que si no la frustración sería indigesta.
La moda de la corrección política es, aunque no lo parezca, terriblemente xenófoba. Renuncia a conocer al otro, a tratarlo como un igual, y escondiendose detras de la careta de la tolerancia, no hay mas que una negación a ver al que se tiene enfrente. La misma negación que hace explícita el argentino medio respecto del verdulero boliviano o el albañil paraguayo.
¡Ahh... la cocina peruana! Día feliz será aquel en que me salga bien el ceviche...
ResponderBorrarHablando de mezclas...leí un comentario muy sentido que le dejaste a Tenembaum, donde mencionás al Max Nordau que, tengo entendido, era la escuela judía del sector progre, no-sionista de La Plata.
ResponderBorrarLeyendo de tus orígenes sicilianos me entró la curiosidad: ¿tuviste una educación con mezcla judía-goy; ibas a Zumerland en los veranos, cantabas las canciones de la República española? Debe haber sido un alimento intelectual interesante para la formación de un pibe.
Saludos.
Roberto:
ResponderBorrarDurante mi infancia pasaba los sábados en el kinder del Max Nordeau, y los veranos en su colonia de vacaciones. Eso sin tener ninguna herencia judía, mis genes son sicilianos o milaneses, con alguna contribución andaluza. Al menos en La Plata la parte de la colectividad judía representada en el Max Nordeau es muy abierta y mi caso no era el único (y que yo recuerde jamás nadie mostró la menor incomodidad al respecto). No aprendí mucho sobre cultura o historia (eso se enseñaba en el shule durante la semana) pero guardo muy buenos recuerdos de esa etapa, que duró hasta que comencé el secundario.