Estuve leyendo sobre Jacques Benveniste y el supuesto efecto de memoria del agua. Es una historia interesante, con una moraleja sobre la honestidad científica y la ciencia privada.
Benveniste fue un inmunólogo francés que trabajó en el Instituto de Salud e Investigaciones Médicas (INSERM), una institución gubernamental francesa. En 1988 publicó un paper en la prestigiosa revista Nature reportando el efecto de memoria del agua y disparando una controversia.
Benveniste agregaba un químico al agua, en una dilución predeterminada, y comprobaba la reacción de ciertas muestras biológicas. Hasta aquí, nada extraño. El problema era que las muestras biológicas reaccionaban incluso cuando la dilución era tan grande que no quedaba ninguna porción del químico original en el agua.
Es como si agregáramos un grano de sal al lago Argentino, lo disolviéramos bien, luego tomáramos un vaso de agua, y al probarlo ¡lo sintiéramos de sabor salado! aún cuando muy probablemente ninguno de los átomos de nuestro grano de sal original hubiera terminado en el vaso.
La explicación que Benveniste -con formación de inmunólogo y no de químico- daba a este fenómeno, era que el agua de alguna manera recordaba qué cosas habíamos diluido en ella, incluso cuando ya no quedaban restos de la sustancia, y que las muestras biológicas reaccionaban a esa memoria.
El problema es que ese tipo de información preservada se da de narices contra principios bien establecidos de la mecánica estadística. Nature exigió que el experimento fuera repetido en condiciones controladas por un equipo propio seleccionado ad-hoc, que incluía al célebre ilusionista y enemigo de las pseudociencias James Randi.
James Randi (by Sgerbic) (Fuente)
El equipo de Randi fue testigo de los experimentos 'doble ciego' hechos en el laboratorio de Benveniste. En tales experimentos, muestras de agua tratada con el químico y otras de agua no tratada se ponían en contacto con el material biológico, y se tomaba nota de la reacción.
El grupo de Nature notó que el supuesto efecto desaparecía cuando los miembros del laboratorio no sabían si la muestra de agua había sido tratada o no ¡gran sorpresa! La revista publicó entonces un reporte sobre esta falla metodológica en los experimentos de Benveniste.
Los resultados de Benveniste no pudieron ser reproducidos por estudios independientes, y ahora han pasado a la historia como ejemplo de investigación fallida. Sin embargo, el episodio tiene ribetes interesantes que ameritan comentario.
- Primero: los resultados de Benveniste, de haber sido correctos, hubieran dado una base científica a la homeopatía. Los medicamentos homeopáticos contienen básicamente agua, ya que su principio activo está tan diluido como un grano de sal en el lago Argentino, o incluso más, y es probable que ninguna de las moléculas del principio activo sea ingerida por el paciente en cada dosis.
- Segundo: dos de los miembros del laboratorio de Benveniste eran pagados por una farmacéutica especializada en homeopatía, la empresa Boiron. Eso hizo que se sugiriera que alguien en el grupo de trabajo estaba engañando a Benveniste, aunque nunca hubo ninguna prueba de ello.
- Tercero: nadie puso en duda la honestidad de Benveniste, ni lo acusó de fraude, ni de falsear resultados. Lo peor que se dijo de él fue que su experimento tenía fallas metodológicas que lo hacían susceptible a los sesgos humanos.
Es decir, estaríamos ante un ejemplo del efecto Clever Hans: la expectativa del experimentador afecta los resultados. En este caso, experimentadores financiados por intereses privados, encuentran resultados que favorecen estos intereses.
(PD-1923 Fuente)
Este episodio pone de manifiesto que, incluso sin asumir falta de integridad científica, la financiación privada de la ciencia es peligrosa. También lo es la financiación estatal, cuando la expectativa del ente financiador es explícitamente la de obtener resultados en una dirección predeterminada.
Un detalle adicional: el único eslabón casi completamente privado en la investigación científica es el de los journals. Y en este ejemplo ese eslabón falló. Nature jamás debió haber publicado el paper antes de la confirmación independiente. Pero fue más fuerte la tentación de la primicia.
La moraleja es que la financiación privada de la ciencia, incluso en casos de completa integridad, genera sesgos de consecuencias potencialmente muy peligrosas.
Asi que aquí termina la historia. Ya sé, ya sé, garrálapala ñoqui. Ahí voy...
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