viernes, marzo 26, 2010

Efemérides

16 de marzo, fiesta internacional del inepto

(10:30hs, sede central de una obra social)

- Hola
- Hola, vengo a autorizar esta orden para sacarle una radiografía a mi nene
- Si, saque número por favor


(Saco el número 295. El tablero marca el 145.)

- Ehh, perdón ¿el tablero anda bien?
- Si ¿por?
- ... (Por nada, en cualquier otro trabajo, si tenés una cola de ciento cincuenta personas te echan a patadas en el traste)
...
...
...

(12:35hs, en la misma cola)

- Doshnoventicincahhh
- Soy yo. Hola, vengo a autorizar esta orden para sacarle una radiografía a mi nene
- A ver... mmmm... no, no va a poder ser
- ¿Por qué?
- Porque no está paga su última cuota.
- ¿Cómo que no está paga? si la pago ni bien llega a mi casa. Si no está paga será porque no llegó.
- ...
- ¡Acabo de perder dos horas esperando una cola de cientocincuenta personas!
- ...
- ¿Y ahora que hago?
- Vaya al mostrador ## y resuelva le problema de la cuota, depués vuelva.
- Bueno, pero me imagino que no tendré que hacer a cola de nuevo
- ¡Pero por supuesto que sí, señor! ¿como pretende que lo atienda sin número?

- ... (¿Pero que tenés, gorda? ¿sobredosis de mediaslunas? ¿en serio pretendés que pierda otras dos horas por un error administrativo?)

(Mostrador ##)

- Hola, acabo de hacer una cola de dos horas para autorizar una orden, y cuando me atienden me dicen que no me pueden autorizar porque no tengo la cuota paga
- Claro, señor, sólo autorizamos a los afiliados que tienen la cuota al día
- Me imagino (idiota), por eso pago las boletas ni bien llegan a mi casa. Es decir que si la cuota está realmente impaga, cosa que dudo, es porque la boleta no llegó.
- Y... si no le llegó, Ud. tendría que haber venido a buscarla...
- ¿Yo? ¡Cómo si no tuviera nada más que hacer! yo trabajo flaco...
- ¡Yo también trabajo!

- Evidentemetne no todo lo que deberías, porque las boletas no llegan a destino.
-
Debe haber un error en la dirección
- Naaa ¡con ese verso no me vengas! te lo creí la primera vez que tuve este problema. La segunda vez ya dudé. Más cuando ví que le decías lo mismo a las otras cincuenta personas que estaban en la cola para retirar sus boletas. Inventá algo nuevo.

- Y bueno señor, yo no puedo hacer nada salvo imprimirle la boleta para que la pague.
- Bueno dale, imprimila (y después andate a la reconcha de tu hermana por inútil).
- Aqui tiene «Boleta Nro ####, importe ####, recargo por ####»
- Pero ahora que la veo... ¡yo esta boleta ya la pagué!
- Mire, acá figura impaga

- Será porque algún inútil se le cayó el mate en el teclado al hacer click en el casillero adecuado ¡tengo la boleta paga en mi casa!.
- Bueno, traigala y la vemos
- (No te hagás el suspicaz tarado. Y mejor no te traigo nada, porque si te tengo que volver a ver la cara es para enderezartela a castañazos)

(14:00hs, boleta en mano, en una sede diferente de la misma obra social)

- Hola, que tal, vengo a autorizar esta orden para sacarle una radiografía a mi nene
- Ok,
[SELLO]. Listo
- Ehh, ¿no me pedís la boleta, nada?
- No, eso era antes cuando no había sistema, ahora es muy fácil comprobar que Ud. tiene su boleta paga. Hago click acá y
[CLICK],[CLICK],[CLICK] ¿ve?, dice "cuota la día"...
- ... (¡uhhhh! avisale a tu colega de la otra sede que se vaya lavando bien los incisivos que voy para allá a engarzármelos en el anillo)

(15:00hs, conocida clínica de nuestra ciudad)

- Hola, vengo a sacarle esta radiografía al nene
- Si, pase que el Dr. lo va a atender (media hora después llega el Dr. Lovatender)

- Hola, vengo a sacarle esta radiografía al nene
- Bueno, pase por acá, acuestelo boca abajo, con la cara contra la placa, la nariz apoyada en este punto. Que mantenga la boca cerrada y se quede muy quietito, las manos extendidas a lo largo del cuerpo.
- Ehhhh, esteeee, flaco, tiene un año y medio el nene.
- ....
- No puedo ponerlo en esa posición y pretender que se quede quieto...
- Ahh (cara de sorprendido, uno diría que era la primera vez que veía un chico)... ¡Laurita, querida, ¿me ayudas con esto?! (viene Lauritaquerida) Si, eso vos tenelo de acá, Ud. agarrelo de allá, tengalo firme, yo voy a enfo
car, siii, a veeer [CLOCK] Ya está
- Uff, bueh, se la bancó. Menos mal (debe haber sido por la sorpresa de encontrarse con dos pelotudos que creen que se puede obligar a un chico de un año y medio a mantener una pose gimnastica por cinco minutos, pobrecito, el asombro lo dejó sin aliento). Chau, gracias.
- No, no, señor espere que la vamos a tener que hacer de nuevo

- ¿Por qué?

- Y.. porque salió movida ¡le dije que se quede quieto!

- (Tiene un año y medio, sopenco ¿quien te dijo que te iba a dar bola?) Bueno, okei , vamos de nuevo....
- Lauritaquerida vos sacá la foto que yo lo tengo aca, Ud. trabelo de allá, eeessooo, a veeer
- Buah.. buah... ¡¡BUAHHHHH!!
- Digale que cierre la boca

- Esta llorando ¿como querés que cierre la boca?
- Bueno, a ver, Ud. tengalo así que yo le sostengo la boca cerrada

- ¡¡¡MMBUAHMMM!! ¡¡MMMBUAHMM!!!

- Dale Lauritaquerida, ¡ahora! [
CLOCK]
- Puff, perdoname hijito te juro que no te traigo más a este lugar, vamos con mamá

- Ehhh, señor, espere que la tenemos que hacer de nuevo
- ¿¡Otra vez!?
- Y... es que la boca ¿vió?... ehhh
(el mismo ciclo anterior, mi hijo me tendrá desconfianza por las próximas dos o tres horas)
- Bueno, ahora si nos vamos, pilín
- Ehhh, sabe que pasa, no salió bien, vamos a tener que repetirla
- ¿¡Que!? Pero decime flaco ¿cuantas veces querés sacar la radiografía? ¿No conocés ninguna técnica pediátrica para esto? ¿Por qué no me lo dijiste de entrada así me iba a otro lado? ¡Me irradiaste a mí, te irradiaste vos, y lo que es peor estás bañando a mi nene en rayos X hace media hora! ¡y encima querés seguir!
- Si. No, bueno, no se preocupe, los rayos X en realidad sarasa sarasa sarasa...
- No, flaco, noooo. La pifiaste, a mí justo no me podes versear sobre rayos X, así que andá a robar a los caminos. Dame las radiografías que sacaste, si el pediatra se arregla con eso bienvenido, si no mala suerte. Ahh, y renunciá pronto antes de mandarte una cagada, no estás capacitado para este trabajo.
- No le permito señor...
- (Andate a la puta que te parió)


17 de marzo, dia nacional del almacenero con título universitario


(18:00hs, consultorio del pediatra)

- Bueno, le vas a dar este medicamento y este otro cada # horas en este orden.
- Ok.

(19:00hs, farmacia céntrica)

- Hola, vengo a buscar estos dos medicamentos para mi nene.
- A ver. Bueno, éste te lo puedo dar, te sale ## pesos
- ¿Tanto? ¿Con la obra social y todo?
- Si, lo que pasa es que la obra social te cubre un ##%, el resto lo pagás vos
- Bueh, dale, ¿y el otro medicamento?
- No, el otro no te lo puedo dar porque el pediatra se olvidó de poner el nombre del nene en la receta.
- Pero si tiene el número de afiliado y todos los datos, ¿que problema hay?
- No, porque sin el nombre del nene puede
haber problemas
- Bueno, te lo lleno ya el nombre del nene ¿tenés una birome?
- ¡Noooouu! ¡no lo podés llenar vos! tiene que ser con la misma letra y con la misma lapicera
- Flaco, ¡es sólo una receta! ¡no ponen peritos del FBI a investigar su autenticidad!
- Prefiero no arriesgarme. Por ahora te doy el primer medicamento, mañana me traés la receta arreglada y te doy el segundo
- Ni en pedo flaco, no te compro una mierda, devolveme las recetas y quedate sin el riesgo y sin la plata.

(19:00hs, farmacia suburbana, la receta con el nombre del nene
faltante sobreescrito con amorosa letra paterna)

- Hola, vengo a buscar estos medicamentos para mi nene.
- A ver. Ahhh, no. No te los puedo vender
- ¿Por qué? (¿será que justo me vengo a cruzar a la única farmaceútica con una maestría en pericias caligráficas?)
- Por la fecha ¿ves? dice fecha de prescripción 18/3
- ¿Y?
- Que hoy es 17/3, vas a tener que venir mañana.
- (visiblemente alterado) ¿¡Pero que diferencia hay, si igual la boleta la vas a pasar mañana!?
- ¡Noooouu!, mirá si alguien se da cuenta.
- ¿De qué? ¡si no es ningún delito! ¿que podría pasar?
- No sé, pero prefiero no arriesgarme.

- .... (enrojeciendo visiblemente)

- .... (cara de encefalograma plano)
- Perdoname, te veo cara conocida ¿vos te recibiste en Exactas?
- Si ¿por?
- Por nada, ¡que no puedo creer que hayamos aprobado a tamaña estúpida! Procuraré que no vuelva a pasar

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No tomes riesgos. Ninguno, ni el más mínimo. No pienses, tu vida es cómoda así, tal cual está. No entiendas, no interpretes, no uses el cerebro. No imagines, no traspases ninguna frontera. Porque si levantás la cabeza un milímetro, si pensas por vos mismo, si trascendes los cómodos límites de tu mediocridad, te ponés en un peligro terrible: el de ver lo tristemente irrelevante que sos, el de darte cuenta de lo improductiva que es tu vida, de la insignificancia de tu paso por el mundo, de lo absolutamente muerto que vas a estar el día que te mueras. Por nada del mundo te expongas a saberlo, porque te obligaría a hacer algo al respecto...


martes, enero 19, 2010

Bootstrapping entre los lobos

(Advertencia: sigue un post largo y en gran medida aburrido)

Si bien he participado de varias discusiones blogueras relacionadas con la universidad nacional, nunca escribí específicamente sobre ese tema. Sirva entonces este post como oportunidad para decantar aquí algunas de mis ideas al respecto.

Lo qué debería ser

Para esta discusión resulta fundamental tener una visión clara de los objetivos de máxima que la universidad debería cumplir. No alcanza con afirmar que queremos que nuestras universidades sean como Harvard o Cambridge, porque tales instituciones son parte inseparable de sociedades como la de EEUU o UK, a las que -diría que por suerte- no nos pareceremos ni en el mejor de los futuros imaginables. Para identificar correctamente los problemas a corregir, es necesario construir nuestra visión de una universidad funcional, imaginar cuales son los roles que nos gustaría que cumpliera, de modo de tener un objetivo al que dirigir nuestros esfuerzos. Caso contrario, sólo nos queda patear a ciegas, con la esperanza de que alguna carambola ponga la pelota en el arco.

Desde mi punto de vista, una universidad funcional debería satisfacer los tres objetivos que hoy nuestras universidades declaman vanamente como propios, a saber: investigación, extensión y docencia.
  • La universidad debe, antes que nada, generar conocimiento científico abundante y de calidad. Con este fin, debe poder fijar sus líneas de investigación con absoluta libertad. Quien crea que los estamentos políticos del estado deben dirigir la investigación científica universitaria para "orientarla hacia las necesidades del país", está confundiendo ciencia con tecnología. Dedicada al descubrimiento de lo desconocido, la ciencia no puede ser orientada ¿cómo podríamos establecer de antemano lo que queremos descubrir? Por esta razón, es imposible para el lego establecer los objetivos de la investigación científica, por carecer de los conocimientos necesarios. El horizonte es siempre nebuloso y los investigadores son, en última instancia, quienes mejor pueden atisbarlo. Por lo tanto, la investigación científica en la universidad debería ser totalmente independiente de criterios políticos, debiendo evaluarse solamente por sus resultados. Tal evaluación debe hacerse con parámetros de excelencia, tales como publicaciones, índices de impacto, cantidad y promedio de citas, etc. Dado que no existe la investigación científica seria en el aislamiento absoluto, no debería evaluarse jamás un proyecto de investigación de acuerdo a consideraciones puramente locales, sino contrastando sus resultados con los de proyectos similares en otros países.
  • Lo que sí puede orientarse de acuerdo a las necesidades inmediatas del país es el desarrollo tecnológico, es decir la aplicación de conocimientos existentes a la resolución de problemas bien definidos. El rol de la universidad en ese contexto -llamado de extensión- debe ser doble. Por un lado, una universidad funcional debería transferir conocimiento científico a la actividad económica, y cooperar con la empresa privada en el desarrollo de nuevas tecnologías orientadas a aumentar el valor agregado. Eso involucra, además del aporte público al desarrollo tecnológico, un importante aporte privado, por lo que en este caso la selección de objetivos a cumplir podría ser compartida por la universidad y por la industria. Por otro lado, una universidad útil debería aplicar el conocimiento científico existente a la mejora de la calidad de vida de la población, mediante el establecimiento de las cuestiones de hecho que subyacen en muchos debates políticos ó en actuaciones judiciales. Es decir que debería actuar como el hemisferio izquierdo del estado en cuestiones estratégicas.
  • Finalmente, una universidad funcional debería aportar a la formación de profesionales, si bien esto no debe entenderse ni como la función principal de la universidad ni como la única: la universidad no es una institución educativa. Tal formación debe ser entendida como el aporte no solo de los conocimientos sino de los valores éticos que hacen a una persona socialmente útil: un profesional sin ética sólo puede hacer daño, algo que es evidente cuando hablamos de un médico, pero no menos cierto cuando se trata un arquitecto o de un escribano. No se trata solamente de comprender en profundidad cada uno de los conceptos técnicos subyacentes a una disciplina, sino de ser capaz de verla como algo que va mucho más allá de un mero medio para ganarse la vida, y de captar la razón misma para que exista como actividad humana. Ese tipo de profesional sólo puede encontrarse en una universidad abierta, donde absolutamente cualquiera, sin distinción alguna de condiciones previas, pueda estudiar. De otro modo correríamos el riesgo de perder el eventual aporte de individuos excepcionales sólo por cuestiones de cuna. El derecho al ingreso universitario no puede ser discutido.
Hay que resaltar que en esta visión del papel de las universidades es inevitable el compromiso. Una universidad seria es una universidad comprometida, un ente político que produce hechos políticos.

Finalmente la cuestión del financiamiento, tema que siempre surge en las discusiones sobre la universidad. Empecemos por declarar que el estado gasta millones de pesos en actividades muchísimo menos útiles, y que quienes claman por un arancelamiento universitario son en general profesionales de medio pelo que no pagaron un peso por su formación, y que buscan un modo de evitar que nuevos egresados les quiten su privilegio. Creo que una universidad funcional debe ser totalmente gratuita. A quienes insisten con lógicas de verdulería aplicadas a la educación superior, les sugiero el siguiente mecanismo: hagamos que cualquier ingresante acumule deuda con la universidad durante sus estudios, un monto fijo por año de estudio o similar. Al egresar, si decide trabajar como cuentapropista debería pagar en cómodas cuotas lo adeudado. Si en cambio trabaja en una empresa, la empresa podría ofrecerse a cubrir la deuda. Alternativamente la deuda se podría cubrir con un cierto número de años de servicio en el estado. En cualquier caso, a quien no pague se le retira la matrícula. ¡Ahh! y hagámoslo retroactivo: los profesionales que hoy están en la actividad privada y a quienes aún les queda tiempo suficiente antes de jubilarse, que empiecen a pagar lo que deben. Claro que pocos suelen aceptar esta propuesta, es notable como la lógica mercantilista se termina cuando el bolsillo que paga es el propio....

Lo qué es

Me gusta creer que alguna vez la universidad apuntó en la dirección correcta. Que los poderes establecidos la vieron venir y la aniquilaron, primero ahuyentando la inteligencia a bastonazos, y después desapareciendo a los que no se fueron. Desde la visión -muy personal- que he construido en estos años, hoy la universidad no es ni la sombra de lo que fue, ni un atisbo de lo que debería ser.
  • Si bien casi todos los docentes universitarios participan de algún "proyecto de investigación" en el marco del llamado "programa de incentivos", en la mayoría de los casos se trata de una carpeta vacía inventada como excusa para cobrar unos pesos extra, y cuya producción publicada en revistas internacionales con referato es nula. Dicho programa se inventó como un modo de estimular la investigación en la universidad post Proceso, con el equivocadísimo criterio de que es posible fomentar el interés en la ciencia con un simple aliciente monetario. Esos investigadores de trapo combaten a cualquier científico medianamente serio que pueda poner en evidencia su mediocridad. A veces enarbolan una bandera de la izquierda light europea y arremeten contra el "cientificismo", balbuceando un discurso incoherente que básicamente clama que el método científico es de derechas. Los concursos universitarios muy rara vez consideran como mérito la producción de conocimiento, y cuando lo hacen es sólo una mascarada en la que se considera equivalente publicar en Science o en Anteojito. Con excepciones contables con los dedos de una mano, hoy sólo hacen investigación en las universidades los investigadores de Conicet con lugar de trabajo allí.
  • También artificialmente estimulada, la extensión universitaria se ha transformado en el refugio de los mediocres. Hay muy pocos proyectos de extensión serios, donde los profesionales universitarios aplican su posición de privilegio en cuanto a conocimiento y recursos, para atacar un problema socialmente relevante. En la mayoría de los casos, se trata de docentes universitarios que usan parte de su tiempo en hacer tareas de trabajo social, como ayuda en las villas o en los hospitales o charlas en las escuelas, para las cuales su capacidad profesional es absolutamente irrelevante. Independientemente de lo loable que esto pueda ser, un profesional que aplique su tiempo en tareas paliativas para las cuales su formación específica es innecesaria, desperdicia el capital que el país puso en formarlo. Por otro lado, la transferencia de conocimientos al sistema privado y el desarrollo de tecnología en colaboración, es un sueño imposible en un país con una burguesía parasitaria como la nuestra, cuyo único esfuerzo creativo está puesto en inventar nuevas maneras de expoliar al estado.
  • Finalmente la docencia universitaria se comió a la universidad, que hoy se ha transformado en una especie de secundario para grandes, continuación natural del jardín de infantes, donde los estudiantes vienen a aprender y no a formarse. Conozco personas que han completado una carrera universitaria egresando sin haber adjuntado un solo detalle a la limitada visión del mundo con la que ingresaron. La idea de una universidad abierta, se travistió de la visión de la universidad inclusiva, donde son objetivos declarables el "evitar que los alumnos abandonen" y el "garantizar" que todos los ingresantes egresen con un título independientemente de lo completo de su formación. La discusiones académicas se pueblan de consideraciones sobre la "supervivencia futura del egresado", como si la función de la universidad fuera velar por el futuro de quienes estudian, en lugar de transformarlos en personas capaces de velar por el futuro de todos.
Lo qué (no) será

Personalmente soy muy pesimista respecto del futuro de las universidades. La autonomía universitaria es hoy una trampa que pone a la universidad ante la situación imposible de tener que arrastrarse afuera del pozo tirando de los cordones de sus propios zapatos. Por otro lado, la intervención externa en un contexto de avanzada mercantilista es un riesgo que, con razón, nadie está dispuesto a tomar. El problema parece irresoluble: el paciente necesita cirugía, pero rodeado como está de lobos hambrientos ¡ni loco se sometería a ella!

sábado, octubre 10, 2009

Del capitán Grant y el espaciotiempo

Guardo entre mis tesoros más preciados una antigua biblioteca de roble heredada de un bisabuelo andaluz, impresor y coleccionista. Buena parte de las lecturas de mi infancia abrevaron en sus viejos estantes, generosos de autores como Poe, Salgari, Dickens o Verne (*).

De las innumerables historias que vienen a mi memoria, resulta útil para comenzar este post la novela Los Hijos del Capitán Grant, de Julio Verne. En ella, Robert y Mary Grant buscan a su padre, perdido en el mar junto a su bergantín Britannia, teniendo como única pista los restos de un manuscrito hallado dentro de una botella. Lo único legible del mensaje es la latitud 37° sur, por lo que se embarcan decididos a circunnavegar el mundo siguiendo ese paralelo. El viaje los lleva a través de la Patagonia argentina, y de aquel apócrifo reino de Araucania inventado por un simpático chantapufi francés. La obvia razón por la que la información disponible en el manuscrito del náufrago era insuficiente para encontrarlo, es que para ubicar cualquier punto sobre la superficie terrestre son necesarias dos coordenadas: la latitud y la longitud. Esta verdad suele expresarse diciendo que dicha superficie tiene dos dimensiones.

Una búsqueda similar a la de Robert y Mary, pero viajando en dirección norte-sur, es la que realizaba en los mares antárticos el capitán Ley Guy, protagonista de la novela La Esfinge de los Hielos, también de Julio Verne. El capitán buscaba a su hermano William, desaparecido junto al aventurero Arthur Gordon Pim, en una novela escrita por otro autor de mi biblioteca, Edgar Allan Poe. Ambas búsquedas son compatibles porque Verne admiraba a Poe, y porque sobre la superficie del mar es posible moverse en dos direcciones perpendiculares, Este-Oeste como Robert y Mary, y Norte-Sur como el capitán Ley Guy. Algo que también suele expresarse diciendo que dicha superficie tiene dos dimensiones.

Durante su viaje, Robert y Mary abandonan al estafador Ayrton en una isla donde, años más tarde y en otra novela, La Isla Misteriosa, compartirá los últimos días de del personaje más famoso de Verne, el capitán Nemo. Ese insumiso príncipe hindú, que dedicara su vida a embestir y hundir buques ingleses a bordo de su Nautilus, logró eludir a la corona gracias a que su famosa nave era capaz de escapar a la bidimensionalidad de la superficie del océano, escondiéndose en sus profundidades. Es decir que el Nautilus aprovechaba completamente la libertad de moverse en tres direcciones, algo que se expresa diciendo que el espacio tiene tres dimensiones. La armada imperialista necesitaría conocer tres coordenadas para saber exactamente donde se hallaba el Nautilus: la latitud, la longitud, y la profundidad. Algo que también se expresa diciendo que el espacio tiene tres dimensiones.

Otro viajero de mi biblioteca exploraba los mismos oceanos remotos. En Los Viajes de Gulliver, una mordaz sátira política que los críticos se encargaron de disimular bajo el rótulo de novela para niños, Jonathan Swift somete a su personaje a los caprichos de los habitantes de Liliput, a quienes describe como de sólo seis pulgadas de alto, y posteriormente a los juegos sexuales de las mujeres de Brobdingnang, altas como un campanario y cuyo paso mide diez yardas. En su descripción de ambos reinos, Swift hace referencia a las tres medidas posibles de los objetos: alto, ancho y espesor, poniendo en evidencia otro aspecto de la afirmación el espacio tiene tres dimensiones.

O sea que cuando decimos que el espacio tiene tres dimensiones nos referimos a que se describe con tres coordenadas, a que los objetos tienen tres grados de libertad, y a que se extienden en tres direcciones diferentes.

Ahora bien ¿Tiene algún sentido preguntarnos si el espacio tiene más de tres dimensiones? ¿existe una cuarta dimensión? Mi vieja biblioteca también tiene una respuesta para eso:

-No pienso pedirles que acepten nada sin motivo razonable para ello. Pronto admitirán lo que necesito de ustedes. Saben, naturalmente, que una línea matemática de espesor nulo no tiene existencia real. ¿Les han enseñado esto? Tampoco la posee un plano matemático. Estas cosas son simples abstracciones-

-Esto está muy bien -dijo el Psicólogo.

-Ni poseyendo tan sólo longitud, anchura y espesor, puede un cubo tener existencia real.

-Eso lo impugno -dijo Filby-. Un cuerpo sólido puede, por supuesto, existir. Todas las cosas reales...

-Eso cree la mayoría de la gente. Pero espere un momento, ¿puede un cubo instantáneo existir?

-No le sigo a usted -dijo Filby.

-¿Un cubo que no lo sea en absoluto durante, algún tiempo puede tener una existencia real?

Filby quedóse pensativo.

-Evidentemente -prosiguió el Viajero a través del Tiempo- todo cuerpo real debe extenderse en cuatro direcciones: debe tener Longitud, Anchura, Espesor y... Duración. Pero debido a una flaqueza natural de la carne, que les explicaré dentro de un momento, tendemos a olvidar este hecho. Existen en realidad cuatro dimensiones, tres a las que llamamos los tres planos del Espacio, y una cuarta, el Tiempo. Hay, sin embargo, una tendencia a establecer una distinción imaginaria entre las tres primeras dimensiones y la última, porque sucede que nuestra conciencia se mueve por intermitencias en una dirección a lo largo de la última desde el comienzo hasta el fin de nuestras vidas.

Como nos recuerda este inolvidable viajero de La Máquina del Tiempo de H.G. Wells, el tiempo satisface nuestras ideas de dimensión como coordenada y de dimensión como extensión. Sin embargo, considerado como grado de libertad, el tiempo es esencialmente diferente de las dimensiones espaciales: sólo podemos movernos en un sentido a lo largo de él: hacia el futuro. Estas ideas fueron incorporadas a la física a principios del siglo XX por Einstein en su Teoría de la Relatividad Especial, donde fusionó el espacio y el tiempo en una sola entidad de cuatro dimensiones, el espaciotiempo.

Junto con la Mecánica Cuántica, la Teoría de la Relatividad ha sido desde su descubrimiento una fuente inagotable de fabulaciones filosóficas y desviaciones conceptuales (tal vez la más frecuente de las cuales es la confusión de "relatividad" con "relativismo"). Y esto sucede a pesar de que sus efectos más extraños son en realidad muy simples de comprender mediante un pequeño esfuerzo de analisis.

Pensemos por ejemplo en Buck, el protagonista de El llamado de la selva, de Jack London, novela hasta cuya lectura debería posponerse el doceavo cumpleaños de cualquier niño. Buck debía arrastrar un trineo cargado con quinientos kilos de harina a lo largo de cien metros, para que su amo John Thornton, el único que lo había tratado como un hombre debe tratar a un perro, pudiese cobrar una apuesta y pagar sus deudas. Buck jadeaba arrastrando el trineo, a una velocidad que los apostadores curiosos, parados en la nieve, consideraban apreciable. Sin embargo para Thornton, que corria detrás del trineo gritando indicaciones, la velocidad de Buck parecía mucho menor. Esta observación sencilla, que la velocidad de un objeto en movimiento no es absoluta sino que depende del observador, fué desafiada en 1887 por Michelson y Morley quienes mostraron que los fotones se alejan de cualquier observador a una velocidad de 300000000 metros por segundo. Es decir que si el trineo fuera tirado por fotones, en cada minuto se alejaría de los curiosos inmóviles lo mismo que lo haría de Thornton, independientemente de que tan rápido corriera este último detrás de él. La observación crucial de Einstein es que esto sólo sería posible si los minutos transcurrieran más lentamente para Thornton que para los apostadores que lo observaban.

Aunque todavía podemos insistir con la pregunta anterior ¿existe alguna dimensión extra? Es decir, si el tiempo es la cuarta dimensión ¿hay una quinta dimensión? ¿y una sexta? De eso tal vez hablaremos en posts venideros.

______________________
*Permitaseme mencionar aquí dos pequeños actos de egoísmo, motivados en la importancia que esa biblioteca tiene para mí. El primero: en una de las frecuentes inundaciones que suele sufrir mi barrio, el agua superó su cota habitual y entró en mi casa arruinando absolutamente todo lo que estuviera por debajo de los 50cm. Mientras mi mujer lloraba ante el espectáculo de su casa inundada, yo no podía dejar de pensar en mis libros sin atreverme a mirarlos. El segundo: mientras veía por los medios esa atroz manifestación de la maldad humana que fue el bombardeo de Bagdad, un pequeño rincón de mi cerebro, antiempático en medio de la carnicería, se empeñaba en lamentar que ahora jamás podría conocer la ciudad del califa Harún al Rashid.
(Notable, termino de escribir este post y la radio pasa un tema de Wolfmother titulado "Dimension")
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sábado, agosto 08, 2009

¿Que te pasa Clarín?

El film Kingsey (2004), repasa la vida del famoso entomólogo estadounidense, quien fué uno de los primeros investigadores en aplicar el método científico al estudio del comportamiento del animal humano. Hombre metódico y obsesivo, se interesó en un área tan sensible como la de la sexualidad, lo que le valió la fama mundial durante sus primeros estudios y el ostracismo y el olvido en sus últimos años.

Alrededor del minuto 40 de la película, luego de algunas investigaciones preliminares Kingsey solicita a sus alumnos que completen un cuestionario anónimo sobre sus vidas sexuales. Explica la necesidad de tal estudio enumerando diferentes preguntas que le tocó escuchar:

- ... ¿Mucho sexo puede causar cáncer? ¿Usar tacones altos me hace estéril? Creo que mi vagina no es normal. ¿Se pega la sífilis por silbar? ¿Es la homosexualidad una forma de demencia? Yo pienso mucho en mi gato... demasiado. ¿E... Eliminar el s... sexo provoca tar... tartamudeo? ¿Mi pene es más pequeño que los demás? ¿Mucha masturbación provoca eyaculación precoz? ¿Es normal que mi novio me toque el ano?

Todas son excelentes preguntas, todas tienen la misma respuesta: No lo sé.

Desde el punto de vista sexual es difícil decir lo que es común o normal... porque sabemos muy poco de lo que las personas realmente hacen. Esto nos lleva a que muchos nos sintamos ansiosos o culpables. ¿Estoy interesado en lo correcto? ¿Estoy haciendo las cosas de manera normal? Una de las formas de descubrir lo que las personas hacen... es determinar lo que han hecho, así que por favor tómense su tiempo al llenar estos cuestionarios sexuales. Traten de ser lo más exactos y honestos posible. Es la única manera. Sólo funcionará si dicen la verdad."


Mas tarde, cerca del minuto 55, Kingsey describe los resultados de su pequeña encuesta, y propone realizar un estudio a gran escala, de modo de contar con la estadística suficiente para poder afirmar que conocemos los hechos básicos sobre el comportamiento sexual humano

- Muchas personas piensan que hacen sexualmente lo que todos hacen. O que deberían hacerlo. Pero debo recalcar que todas las llamadas perversiones sexuales caen en un rango biológico normal. Por ejemplo. La masturbación, el contacto boca genital, y la homosexualidad son comunes en muchos mamíferos, incluidos los humanos. La sociedad puede condenar estas prácticas como inmorales, pero es ridículo llamarlas no naturales. Sin embargo, basados en el primer libro de Génesis, de acuerdo a la opinión pública sólo existe una ecuación sexual correcta: Hombre + Mujer = Bebé. Todo lo demás es vicio. He aqui cuando el registro de los orgasmos de la raza humana demuestra la ineficiencia de las restricciones sociales y la imperatividad de la demanda biológica.

¿Por qué algunas vacas tienen sexo mientras otras sólo se quedan paradas ahí? ¿Por qué algunos hombres necesitan 30 orgasmos semanales y algunos ninguno? Porque todos somos diferentes. El problema es que muchos quieren ser iguales, les resulta más fácil ignorar este aspecto fundamental de la condición humana. Están tan desesperados por ser parte del grupo que traicionan su propia naturaleza para lograrlo.


La última frase me resulta iluminadora.

El Informe Kingsey fué un estudio científico serio basado en datos estadisticos sobre miles de encuestas tomadas a todo tipo de personas en todo el territorio norteamericano. Reveló que algunos comportamientos hasta entonces considerados perversiones son en realidad absolutamente normales. Logró una enorme difusión pública, y muchos creen que fué una de las causas de la llamada "revolucion sexual". Independientemente de lo certero de esa opinión es indudable que, gracias a su publicación, muchas personas descubrieron que todo lo que les habia sido dicho acerca de la normalidad sexual humana era falso. Que aquello que durante todas sus vidas habían hecho y defendido solo porque de ese modo se sentían parte del grupo, no era sino una ficción establecida por el conservadurismo religioso. Que la habilidad de las iglesias para apropiarse del discurso público les había hecho creer en una realidad fabricada, y los habia inducido a ocultar avergonzados comportamientos absolutamente normales.

Me pregunto cuanto nos damos cuenta de que ningún avance social es realmente significativo mientras el poder mantenga la prerrogativa de decirnos que cosa es verdad y que cosa no lo es. Que el objetivo primario de cualquier batalla debe ser el de disolver esa plastilina hecha de mentiras con la que lo poderosos crean la realidad, a fuerza de amasarla contra nuestras conciencias hasta hacerla parecer sentido común.

El conservadurismo norteamercano se daba cuenta, y por eso combatió a Kingsey hasta lograr el desfinanciamiento y la virtual cancelación de su proyecto. La derecha argentina también, y por eso hoy censura a cualquiera que desnude la volubilidad de su versión de la realidad.

martes, julio 14, 2009

Africa

Él, hijo de una familila de clase media de la cole laica argentina. Ella, fruto del cockteil genetico nacional, mitad italiana y mitad irlandesa.

Ella, simplemente linda, con esa belleza que no cabe en ningún lugar común. Él, conversador y amigable, ameno al punto de hacer reir a las piedras.

Él, hijo sufrido de una familia extremadamente exigente, para la cual todo se mide en logros profesionales, en status, y en dinero. Ella en cambio, fruto de una infancia suburbana más favorecida, que acepta las privaciones y el bienestar con mayor naturalidad.

Se conocieron en la adolescencia, en vacaciones, en una playa idílica y semidesierta. Se gustaron, se hicieron amigos. Se acercaron, se marcaron, se imaginaron.

Algo pasaron juntos. Ese verano o el siguiente, nunca se supo. Algo corto, intenso, inolvidable... O tal vez nada pasó, tal vez sólo fueron imaginaciones, alucinaciones, probabilidades.

Se siguieron viendo, en parte por amigos en común, en parte porque la pasaban bien juntos, en parte porque ambos esperaban algo que alguna vez debía pasar.

Pero lo que pasó fue el tiempo.

Él, ahora ingeniero, más por satisfacer la presión de su familia que por verdadera vocación. Simulando que realmente cree que la ambición es una virtud y que la humildad es el signo del fracaso. Simulando que se siente feliz con cada nuevo escalon de progreso empresarial. Si bien nunca supo muy bién para qué lado se gira una tuerca, ahora conoce todas las palabras anglógenas que constituyen el idioma de las grandes corporaciones: management, marketing, coaching, garking...

Ella, ahora profesional de la salud, comprometida en un area fuertemente social. Si bien eligio su carrera sin demasiada conviccion, casi de casualidad descubrió la militancia en la facultad, cuando un decano menemista le hizo muy fácil el quedar a la izquierda. Otras palabras pueblan su diccionario: asamblea, agrupacion, delegados, ONG's...

Él, ahora casado con alguna mujer ambiciosa y soportando el frio del fin del mundo. Ella, escondida bajo las nubes que cubren las tierras de sus ancestros, noviando con algún personaje de rasgos indefinidos. Se veían muy poco, vivían lejos. Ambos hicieron viajes en ambos sentidos, el turismo fue tal vez la razón, o tal vez la excusa.

Ella se separó, el se divorció. Ambos deprimidos, se encontraron en algun recoveco de la patria. Pero tampoco fué el momento. Alguien rechazó a alguien. Quién y por qué, los dioses lo sabran.

Y más tiempo pasó.

Él, de nuevo noviando, emigrado al África negra, trabajando para una multinacional que se apropia a precio vil de un petróleo que fluye solo mezclado con sangre. Ella, casualmente o no, también de novia, y también en el hogar de las girafas y los leones, al servicio de una asociación humanitaria de esas que intentan vanamente paliar los efectos del saqueo.

Se siguen viendo, se siguen marcando, yo diría que se siguen imaginando. Aunque ambos juren que no.

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En un mundo complejo como el que nos toca, tanto las injusticias mas terribles cuanto los actos mas generosos son obra de personas que, en lo profundo de sus consciencias, no son demasiado diferentes. Es por eso que el triunfo deseado sobre la injusticia, no se lograra jamas venciendo a las personas que hoy constituyen sus engranajes, sino al discurso perverso que las puso alli. Esa victoria es mucho mas dificil, pero es la unica que vale la pena.

lunes, mayo 11, 2009

Macánica Chántica IV: el efecto túnel y la muerte cuántica del general Lavalle.

Volviendo a la ya lejanísima serie de posts sobre mecánica cuántica (para los desme- moriados y nuevos visitantes, me refiero a éstos), sigamos con el intento de desmitificar un poco ese abrevadero de chantas en que se ha convertido uno de los descubrimientos más fascinantes del siglo XX.

Recordemos* que, a diferencia de su antecesora histórica la mecánica clásica, la mecánica cuántica no predice el comportamiento de un dado sistema físico, sino que sus predicciones se refieren a un conjunto de sistemas idénticamente preparados. Por ejemplo si conocemos la posición y velocidad de un perdigón en el momento en que abandona el caño de un fusil federal, podemos usar las reglas de la mecánica clásica para saber si un segundo después ese perdigón hará blanco en el pecho del general Lavalle, refugiado en un zaguán de una casa jujeña. Pero en cambio si nos disponemos a usar las reglas de la mecánica cuántica, nada podremos decir sobre ese perdigón en particular, y sólo podremos hacer predicciones si preparamos un batallón completo de gorros frigios situados en el mismo lugar y disparando perdigones idénticos, con fusiles indistinguibles y apuntados exactamente en la misma dirección. En ese caso, la mecánica cuántica nos permite saber la probabilidad exacta de que algún perdigón acierte en el segundo botón de la pechera, o de que algún otro golpee en su bota derecha. Ahora bien ¿Cómo funciona esto exactamente?

Usando su velocidad, su dirección, y la posición de su punto de partida, la mecánica clásica permite hacer predicciones sobre el futuro del perdigón desde el instante en que éste abandona el fusil. Mediante las leyes del movimiento de Newton, nos permite trazar una línea señalando cada uno de los puntos que atraviesa el perdigón en su camino desde el fusil hasta su blanco. Esa línea es lo que llamamos la trayectoria del perdigón. Si hemos de creer en el mito histórico, tres proyectiles se dispararon desde un fusil federal, dos de los cuales se incrustaron en la pared y en la puerta detrás de la cual se ocultaba el fugitivo, y el tercero lo mató luego de atravesar la cerradura. Aunque ciertamente poco convincente, esa es una eventualidad permitida por las leyes de la mecánica clásica: si bien es imposible que una bala lograra matar al general sin perforar la puerta, es cierto que un fusil adecuadamente apuntado por un soldado hábil (o afortunado) podría haberle permitido atravesar la cerradura.

Ahora bien, si nos propusiéramos usar las leyes de la mecánica cuántica para describir el evento, deberíamos trazar con un lápiz imaginario todas las trayectorias que unen la punta del fusil federal con digamos el segundo botón en el pecho del general. Esto incluye a las trayectorias que serían posibles de acuerdo a la mecánica clásica, por ejemplo la que atraviesa la cerradura, como las que serían imposibles, por ejemplo aquellas que imaginan un perdigón fantasma atravesando la puerta sin perforarla, o un perdigón etílico dando tres vueltas alrededor del soldado federal antes de dirigirse a su destino. Para cada una de esas trayectorias, la mecánica cuántica nos provee de un número conocido como su amplitud. Sumando las amplitudes de todas las trayectorias** obtenemos la probabilidad de que alguno de los perdigones disparados por nuestro pelotón de soldados cuánticos idénticamente preparados impacte en tan preciso punto de la anatomía del unitario. Para obtener la probabilidad de que algún otro de los perdigones disparados por el pelotón cuántico impacte en la bota derecha, debemos repetir el cálculo sumando las amplitudes de todas las trayectorias, posibles e imposibles, que unen el extremo del cañón con el pie del fusilador de Dorrego.

Este procedimiento de sumar sobre trayec- torias se conoce como integral de camino, y fue desarrollado por Feynman en los años '40, si bien sus lineamientos iniciales se remontan a Dirac, y se puede asociar al método para calcular trayectorias clásicas que había sido desarrollado por Hamilton y Jacobi allá por el siglo XIX. Si bien es muy sencillo de enunciar, una cualidad que comparten Dirac y Feynman en casi todas sus contribuciones a la ciencia, su fundamentación matemática es muy complicada, entre otras cosas porque el número de trayectorias es infinito y se necesitan infinitos datos para describir cada una de ellas. Como sucede recurrentemente, su utilidad para la Física se conoció mucho antes de que se pudiera formalizar matemáticamente, y motivó el ulterior desarrollo matemático.

Imaginemos por un instante que la llave estuviera puesta en la cerradura, y que por lo tanto ese camino estuviera cerrado para las balas clásicas. Es decir que de acuerdo a Newton, en ese caso el general hubiera sobrevivido, probablemente escapando hacia Potosí como era su intención. Pero si hacemos el cálculo cuántico de la integral de camino, obtenemos una probabilidad no nula de que alguno de los perdigones disparados por un conjunto de fusiles idénticamente preparados impacte en el general, aún sin perforar la puerta ni atravesar la cerradura. Eso es lo que se conoce como efecto túnel: los perdigones cuánticos pueden realizar proezas que están prohibidas para los perdigones clásicos, como por ejemplo atravesar la puerta fantasmagóricamente para llegar hasta su víctima, encontrando algún imaginario túnel a través de ella.

Pero pongamos aquí un freno a un eventual revisionismo posmo de la guerra federal sugerido por el párrafo anterior: las predicciones de la mecánica cuántica coinciden exactamente con las de su antecesora clásica cuando se trata de cuerpos lo bastante grandes, digamos más grandes que un átomo. Sucede que para un perdigón de unos pocos gramos, las amplitudes predichas por la mecánica cuántica para todas las trayectorias clásicamente prohibidas son extremadamente pequeñas, nulas en la práctica. Si la llave hubiera estado puesta, o si el fusil no hubiera estado apuntando hacia la cerradura, la suma de todas las amplitudes resultaría en una probabilidad prácticamente igual a cero de matar al general . Un fusil correctamente apuntado hacia una cerradura no obturada, resultaría en cambio en amplitudes cuya suma es indistinguible de uno, es decir en la casi certeza de que la misión federal será cumplida. Paradójicamente, este resultado se relaciona con una propiedad de la mecánica cuántica conocida como unitariedad, lo que demuestra que los físicos nada saben de historia...



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* Ver en particular este post de la serie

** y elevando el resultado al cuadrado

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miércoles, abril 01, 2009

Brazil

Este blog no murió. Su autor, en cambio, esta al borde del colapso neuronal por una sobredosis de burocracia que lleva ya dos meses, y que no le ha permitido hacer su trabajo, ni mucho menos escribir. A modo de catarsis y para evitar un ataque de cabezazos contra el monitor, se detalla a continuación el modo en que el estado ha malgastado el sueldo de uno de sus científicos durante los últimos dos meses.
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(Febrero)

La Facultad en la que trabajo sufre una crisis más de esquizofrenia institucional decidiendo finalmente respetar sus propios reglamentos y concursar los cargos que ya llevan varios años vencidos y están ocupados de modo irregular por mano de obra semiesclava.

En mi carácter de BMM ("boludo más a mano") se me convoca para representar al claustro de graduados en el jurado de uno de los concursos más postergados, el que corresponde a los cargos de "Ayudantes Alumnos" (también llamados "Ayudantes de Segunda" según la verticalista denominación aún vigente en varias universidades). En virtud de la enorme cantidad de personas en estado irregular, en la correspondiente lista de aspirantes se anotan todas las legiones de Escipión el Africano, buena parte de las tropas del Islam, los remeros de la Armada Invencible, la mitad de los ejércitos de Su Graciosa Majestad Británica, y toda la tripulación del Beagle incluyendo al Capitán Fitzroy, su timonel y su loro. Medio centenar de presentados para una decena de cargos.

A un servidor y cuatro BMM's más (tres profesores y un alumno) les toca la ímproba tarea de realizar un orden de méritos que tenga en cuenta con alguna justicia los antecedentes de todos los presentados. Debemos sortear el boicot impuesto por una reglamentación cuya casi explícita intención es potenciar a los mediocres, redactada por algún débil mental ignorante de las reglas mas elementales de la gramática castellana. Mezcla una rigidez estúpida que pretende convertir el criterio de cinco personas en una especie de planilla Excell asignadora de puntajes, con una selva de prohibiciones ridículas que anulan los antecedentes de la gran mayoría de los postulantes. En el colmo de la demagogia, y bajo la excusa de permitir a los alumnos juzgar a sus docentes, premia los resultados de una "encuesta de evaluación docente" que, al estar limitada a la facultad, termina siendo sólo una herramienta para potenciar la endogamia.

Resultado: orden de méritos terminado, mes completo perdido.


(Primera quincena de marzo)

Dentro de la vorágine concursadora, decido intentar una vez terminar con mi ya eterno estado de explotado, y con la firme decisión de ganar un cargo como la gente o dejar de una puta vez la docencia, preparo mi currículum para presentarme a varios concursos. Tarea nada fácil, si se tiene en cuenta que los robots-secretarios sólo aceptan inscripciones "en regla", alocución cuyo significado varía de oficina en oficina y en función del tiempo, de acuerdo al limitado criterio del fronterizo que esté detrás del mostrador.

Preparar CV con datos absolutamente irrelevantes para la evaluación de mi tarea docente y de investigación, como mi experiencia en "gestión universitaria" (o "política", para decirlo con la palabra que quién escribió la reglamentación decidió culposamente evitar), mi intervención en proyectos de "extensión universitaria" (un engendro inventado con el objeto de que quienes no hacen ni "investigación" ni "docencia" tengan alguna excusa para poder seguir viviendo del estado sin laburar), las "innovaciones y patentes" (que no tengo entre otras razones porque en mi carácter de investigador el Conicet se adueña de la patente de mi novedosa máquina de hacer gluglú), y otros datos tan definitorios de la calidad de un docente/investigador como la edad de la abuela del gato de mi hermana.

Después de varias colas realizadas con los marcos de madera que contienen mis títulos de Licenciado y Doctor bajo el brazo (porque al parecer alguna lumbrera de nuestra administración cree que son más difíciles de falsificar que una fotocopia) solo me queda esperar los últimos lugares en los ordenes de méritos, en razón de mi conocido carácter de desafiante de la Omertá Universitaria.

Resultado: cuatro concursos presentados, primera quincena perdida.


(Segunda quincena de marzo)

Llegado a esta instancia, recuerdo que también trabajo de Investigador del Conicet, lo que significa básicamente que el Conicet me paga un sueldo por investigar, sin hacerse cargo de ningun gasto adicional generado por dicha tarea. Para comprarme una birome, una resma de papel y ni que hablar una silla y una computadora, tengo que solicitar que la eterno-retornante conciencia del Conicet se pregunte una vez más si vale la pena llevar adelante la investigación para la que antes ya decidió pagarme un sueldo, y me dé un subsidio en consecuencia.

Es así como, devorados lentamente por un pulpo de papel A4, este servidor y los otros seis colegas de su grupo, se disponen a presentar un "proyecto de investigación", es decir un relato organizado de sus historias de vida y sus proyectos futuros, de modo legible y ordenado, para que alguna termita papirofagágica perdida en algún remoto paraje del laberinto de oficinas decida si quiere financiarnos. Además de pasar a través de babeante filtro de los robots-secretarios, los datos deben cargarse en una base de datos electrónica (llamada SIGEVA "Sistema Integral de Gestión y Evaluación" ¡como les gustan las siglas a los peronistas!) lo que representa un ejercicio interminable del cut&paste, tortura refinada que ni los chinos más perversos fueron capaces de imaginar.

Excepcionalmente este año también ofrece subsidios el programa "Raíces" del Ministerio de Ciencia y Tecnología, que según la mentira oficial de las tapas de los diarios es el instrumento estrella del gobierno nacional para revertir la fuga de cerebros, y según la verdad evidente de su página web está inmóvil desde su creación en 2005, haciendo patentes las razones de dicha fuga. Presentarnos a este subsidio exige reformular el proyecto anterior de modo de hacerlo comprensible por la secretaria con buen culo que se eligió el ministro, y por el puntero del conurbano que asigna los recursos.

Resultado: dos subsidios pedidos, una quincena perdida.


(and don't relax yet)

En el mes que comienza, se ha abierto un llamado a "categorización docente", lo que para ahorrar palabras es una complicada flagelación burocrática, que involucra entre otras cosas llenar un formulario electrónico que es incompatible con el anterior (el de CONEAU "Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria" ¡y como le gustan las siglas a los peronistas!) y que por lo tanto requiere otra sesion de tortura cut&paste. El resultado final consistiría en que, si tengo mucha suerte y Mahoma me acompaña, la universidad me pague un salario digno ¡durante un sólo mes al año!.... Lo ridículo deja de serlo cuando mucha gente lo acepta durante mucho tiempo.

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Todo esto, claro, no evitará que la Universidad me exija a dar clases en el poco tiempo que me deja libre, ni que a fin de año el Conicet me pida cuentas por la investigación que aun no me permitió empezar. Si sobrevivo, me haré accionista de Botnia, el negocio del papel jamás dejará de ser rentable. Si en cambio no escribo nada de acá a dos meses, es que me suicidé tirandome desde la cima de la pila de expedientes, pueden dejar sus epitafios en los comentarios.



Saludos.

lunes, febrero 16, 2009

Reciclaje, o la yerba de ayer secándose al sol...

La ola de deudas laborales con la que comienzo este año me está privando del tiempo para escribir. Providencialmente CienciaNet reedita un artículo de divulgación que escribí hace un par de años sobre mi área particular de investigación, la Teoría de Cuerdas. El artículo fue originalmente publicado como una contribución al libro Cero Absoluto, Curiosidades de la Física.
Con la promesa de escribir algo más completo sobre el tema en algún futuro no demasiado lejano (promesa en la que incluyo un post un adicional sobre mecánica cuántica, y otro sobre relatividad general y agujeros negros), les dejo aquí el link a la útima versión del artículo.
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sábado, enero 17, 2009

Surrealistas II: Cargo cult science

Empezó como una cortesía. El instituto que me hallaba visitando enviaba un grupo de investigación a la Antártida, y antes de la partida querían despedirlo con una cena en el aeropuerto de la pequeña ciudad. Todos los miembros del instituto pensaban asistir y, como visitante y colega, me invitaban a participar.

- Si, si, claro que voy, por supuesto.

Continuó de un modo previsible. Esa noche partímos del hotel en varios autos, en companía de varios colegas jóvenes y un par de eminencias. Al llegar al aeropuerto atravesamos el hall que estaba completamente vacío y nos dirigimos hacia las pistas.

- Ahh ¿vamos a ver el avión?, que bién.

La primera señal disonante llegó después. Estaba atardeciendo y no se veia con claridad. En el medio de la pista y a unos cien metros del edificio, esperaba un avion bastante grande pero algo extraño. En lugar del tren de aterrizaje que uno esperaría (para un avión de ese tamaño, enormes ruedas separadas del fuselaje por fuertes soportes) tenía tres pares de ruedas ridículamente pegadas a la bodega, parecíendose menos a un pájaro que a una oruga voladora.

-¡Guau! un Ilushin IL76, el avión de carga más grande del mundo, de chiquito quería ver uno, que maravilla.



Y lentamente el orden natural comenzó a descarrilar. En la bodega del avión, cuya compuerta estaba abierta, podían verse varias sillas desparramadas entre ruedas de avión dispuestas a modo de sillones. Mesas con canapés y copas. Y botellas, muchas botellas.

- ¿Como? ¿Adentro del avión piensan hacer la fiesta?

Esperábamos a los demás invitados, caminando por la pista en torno al avión, cuando ví venir al número dos del instituto, un tipo imposiblemente agradable ¡vestido de traje antártico de un furioso naranja fosforescente! Lo seguía el director, eminecia sin par en el continente, con idéntica vestimenta pero condimentada... ¡con un gorro estepario con orejeras de piel!

- Ehmm.... ¿Pero qué? ¿también te vas?

Entramos al estómago de la bestia y la fiesta comenzó y la realidad se desbarrancó definitivamente. Música tocada por un profesional en un piano que alguien había metido dentro de la bodega del avión. Mariscos, cangrejos, langostas, cosas que jamás había comido en mi vida.

- Si gracias, tinto estaría bien. Un poco más por favor, gracias.

Gente a quien conocía, un amigo de mi universidad, amigos locales. Gente a quien había recientemente conocido, un colega a quien llamábamos "Contraste" por su piel oscura y su vestimenta invariablemente blanca. Gente a quien no conocía, como la chica que intentó preguntar disimuladamente "y éste quien es" señalándome, y se sonrojó cuando la saludé con la copa

- ... Ahh, si si, mas vino, gracias.

Mucho vino y del bueno, conversaciones que se perdían, que se enredaban, y que seguían. A lo lejos en el otro extremo de la bodega, juro que ví a la eminencia que fundó y dirige el intitituto, con su traje anaranjado y su gorro de piel con orejeras, parado junto al piano y cantando "On my way" mejor que Sinatra.

- Me encantaría quedarme, pero el autobús que me llevará a la capital pasa por enfrente del aeropuerto en unos minutos.

Contraste me acompañó hasta la ruta. Charlamos casi una hora, sobre física, sobre becas, sobre vinos. Buen tipo Contraste. Necesitaba alguna información que juré enviarle ni bien llegara a mi oficina en Argentina.

- Si si, quedate tranquilo, yo te lo mando. Chau, saludame a todos.

Subí al micro y me senté tratando de no perder el sabor del vino en la boca. Me dormí. Desperté mientras el amanecer sangraba sobre los suburbios de la capital, desde donde tomaría mi avión de vuelta a casa. Nunca tuve muy en claro qué parte de toda la historia fue real y qué parte la soñe durante el viaje bajo los efectos del buen vino. Y peor aún: jamás recordé qué cuernos había prometido enviarle al bueno de Contraste, ojalá que al menos eso haya sido parte del sueño.

sábado, enero 10, 2009

El llanto eterno del pueblo elegido que disfraza de lágrimas sus bombas

No es ningún secreto que la actualidad da razones para calentarse, que la recurrencia de ciertas tragedias, y de sus falaces justificaciones, colma la paciencia de cualquier persona inteligente. Tampoco es ningún secreto que algunas personas escriben mejor que otras, y que en algunas de ellas la calentura tiene el efecto de aclarar las ideas y afilar el teclado. Finalmente no es ningún secreto que Jack Celliers escribe rematadamente bien, y que cuando está caliente lo hace todavía mejor. De muestra baste un botón
Muchos judíos entendieron y denunciaron las lacras que condujeron al antisemitismo: el identitarismo, la uniformización, la lealtad a la etnia / raza / religión / patria. Pero al mismo tiempo – y con una neurótica insistencia – han caído puntualmente en cada una de estas mismas aberraciones: los mismos tópicos racistas, el mismo belicismo, la misma sangrienta payasada.

Si un progre liberal ya es normalmente un hipócrita, un progre sionista suele exhibir la más alegre incoherencia: repite conceptos democráticos y tolerantes cuando habla del país que habita, pero se embarca en un discurso militarista y nacionalista cuando se trata de Israel. Argentina tiene que ser un país abierto y tolerante, mientras que Israel tiene permiso para vigilar la pureza racial de sus dirigentes. El racismo, el nacionalismo y el militarismo son condenados en Argentina, en Alemania y en Burkina Faso pero justificados en Israel. Argentina tiene que ser un estado aconfesional que permita a un judío ser presidente, pero Israel es un caso especial que representa la identidad del judaísmo y bla bla bla y bla. La coherencia en estado de coma.
o en los comments:
Vos me hablaste en tu blog ...., y dijiste muy acertadamente .... que allí donde yo veo simples intereses vos ves "algo más". Yo entiendo perfectamente lo que ves: ves el disfraz, que es sin duda seductor porque para eso está hecho. Lo que para vos es el origen del hecho histórico para mí es simplemente la imagen que de él dan los contendientes: cada uno dice luchar por el verdadero dios, o la verdadera religión, y lógicamente: nadie admite que pelea por simples intereses materiales porque eso no conviene.
Asi que no pierda más el tiempo por estos pagos, todo lo que hay que decir sobre el último espasmo explosivo del pueblo elegido (para bombardear a otros pueblos) ya fué dicho en otro lado.

viernes, diciembre 19, 2008

Melville en la "P", Cervantes en la "E"

En el post anterior hablábamos de la termodinámica, y del papel central que en ella juega la magnitud llamada entropía. La entropía es una medida del desorden de un sistema: si el sistema está en un estado de baja entropía, está muy ordenado. En cambio si está en un estado de alta entropía, está muy desordenado. La segunda ley de la termodinámica, de la que ya hablamos antes, dice que la entropía de un sistema aislado no puede disminuir, es decir que su grado de orden no puede aumentar.

Ahora bien ¿como medimos el orden de un sistema? O lo que es lo mismo ¿como medimos su desorden? La respuesta está en la cantidad de información necesaria para describir su estado:

- Un sistema en un estado muy ordenado, como los libros de una bilioteca organizados por orden alfabético por autor, se describe completamente con muy poca información. En efecto, basta con conocer la regla que usamos para ordenar el sistema, en este caso "por orden alfabético por autor", para poder encontrar inmediatamente cualquier libro.

- Un sistema en un estado muy desordenado en cambio, como los libros de una biblioteca completamente mezclada, requiere muchísima información para ser descripto. Es decir hay que dar un enorme número de detalles para describir completamente el sistema. En el ejemplo, sólo sabiendo el estante y posición de todos y cada uno de los libros -el Quijote en el estante 4-19, Moby Dick en el estante 7-21, Sherlock Holmes en el estante 1-74, etc- seremos capaces de encontrar cualquiera de ellos.

Entonces que tan desordenado esté un sistema dependerá de que tan complicada sea la regla para describirlo. Reglas sencillas ("por orden alfabético por autor") corresponden a sistemas ordenados. Reglas complejas ("el Quijote en el estante 4-19, Moby Dick en el estante 7-21, Sherlock Holmes en el estante 1-74, etc") corresponden a sistemas desordenados.

Pero el lector observador habrá notado ya la trampa: algo ordenado de acuerdo a una regla sencilla pero desconocida, se nos antojará desordenado. Por ejemplo, una biblioteca en la que el Quijote no estuviera en la C de Cervantes, y Moby Dick no apareciera en la M de Melville, podría sin embargo estar ordenada de acuerdo a una regla sencilla. En efecto, la regla ignorada podría ser "por orden alfabético por protagonista", correspondiendole al Quijote la Q, y a Moby Dick la I de Ismael. Incluso si esa hipótesis falla, aún podría tratarse de una biblioteca ordenada de acuerdo a alguna otra regla imaginable. Por ejemplo "por orden alfabético por texto del primer capítulo" pondría al Quijote en la E de "En un lugar de La Mancha..." y a Moby Dick en la P de "Podeis llamarme Ismael...".  Pero entonces, si es tan fácil confundirse declarando desordenado un sistema que en realidad está ordenado ¿tiene algún sentido hablar de orden y desorden?

La respuesta la dá la escala: tiene sentido hablar de orden y desorden siempre y cuando nos limitemos a observaciones por encima de un dado tamaño. En nuestro ejemplo, si, limitada por la edad, nuestra visión solo nos permitiera leer caracteres de imprenta de tamaño "letra de tapa", llamaríamos ordenada a una biblioteca que siga la regla "por autor", y en cambio creeríamos desordenada a una biblioteca que siga la regla "por protagonista", ya qué no podríamos distinguir tal orden al ser incapaces de leer las letras pequeñas del texto. Es decir que en un contexto puramente macroscópico los sistemas pueden parecer desordenados, aunque en realidad estén ordenados a nivel microscópico. Si, hartos de perder libros, compráramos anteojos que nos permitieran distinguir caracteres más pequeños, llamaríamos ordenada a una biblioteca que lo esté tanto "por autor" como "por protagonista", ya que ahora seríamos también capaces de verificar esta segunda opción. Sin embargo, seguiríamos llamando desordenada a una biblioteca que lo esté "por pié de imprenta", porque aún nos será imposible ver letra tan pequeña. En otras palabras, la afirmación de que un sistema esta ordenado o desordenado solo tiene sentido si se la acompaña con la escala mínima que podemos observar.

Esta óptica resignifica la segunda ley de la termodinámica. La afirmación de que la entropía nunca disminuye, es decir que el orden jamás aumenta, implica que a medida que transcurre el tiempo la cantidad de información necesaria para describir el estado de un sistema sólo puede aumentar. Esta afirmación sólo tiene sentido si se la acompaña de una escala mínima hasta la que se puede observar. La segunda ley asegura que una biblioteca ordenada por autor, siguiendo procesos naturales y aislada del exterior, sólo puede desordenarse. Pero esto es cierto a la escala en la que sólo se percibe el orden "por autor", es decir a la escala de la letra de tapa. Podría ser que mientras se desordena "por autor", en realidad se esté reordenando "por pie de imprenta", es decir que puede ser que a escalas mas pequeñas, el desorden no esté aumentando. Esto hace a la segunda ley de la termodinámica compatible con uno de los principios fundamentales de la mecánica cuántica, llamado unitariedad, que dice que la información que describe completamente el estado actual de un sistema, permite describir completamente todos sus estados futuros. Es decir que el sistema jamás se desordena, el orden siempre persiste a pequeña escala, y lo que en realidad sucede es que dejamos de ser capaces de percibirlo.

Puesta en estos términos, la segunda ley de la termodinámica, lejos de extender al Universo nuestra propia finitud, sólo cuantifica la limitación de nuestro conocimiento de él.

sábado, noviembre 29, 2008

Las revoluciones de un motor como motor de una revolución

Vaya con un homenaje a los carnotistas.
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La revolución industrial, necesitada de algún principio rector que guiara la construcción de las primeras máquinas de vapor, desarrolló los elementos de la teoría física que posteriormente se llamó termodinámica. Lo poco que de ella se enseña en las escuelas, adolece de la falta más terrible que un pedagogo puede cometer: desdibuja la innegable belleza de la teoría. Por otro lado, las facultades de ingeniería convierten a la termodinámica en una religión basada en el pragmatismo: sirve y punto. Pero como tal, sus dogmas deben aceptarse sin cuestionamientos, y eso excluye la primera objeción que debe poner una mente despierta: ese resumen pragmático de la teoría, compuesto de un montón de fórmulas sin mayor conexión aparente, es simplemente horrible.

Entonces ¿dónde está la belleza de la termodinámica, si ni siquiera quienes duermen con ella pueden percibirla?

Empecemos con que la termodinámica es una teoría universal, en el sentido de que se puede aplicar a cualquier sistema físico. Es decir que si elegimos cualquier porción arbitraria del universo, sea ésta definida por una región del espacio (por ejemplo: todo lo que haya dentro de mi habitación) o por un tipo de constituyente particular (por ejemplo: todos los peces verdes de todos los mares de todos los mundos), existe una buena descripción termodinámica de ese sistema. Esa universalidad se borronea un poco cuando completamos diciendo que la termodinámica sólo puede describir algunos de los estados del sistema: los llamados estados de equilibrio. Pero ¿Qué es exactamente un estado de equilibrio?

Un estado de equilibrio es un estado que cambia con el tiempo de modo imperceptible, sea porque lo hace muy lentamente, o porque sólo cambian cosas pequeñas e inaccesibles que no podemos observar. Algunas personas sugieren que la termodinámica debería entonces llamarse “termoestática”. Como ejemplo, el lago Argentino en sus momentos de mayor tranquilidad se podría considerar en un estado de equilibrio. Pero no todos los estados cuyo cambio es imperceptible son estados de equilibrio. Por ejemplo un río calmo como el Plata fluyendo en una tarde tranquila cambia de modo imperceptible, pero tal estado (que contiene flujos estacionarios) no es un estado de equilibrio. Para algunos sistemas llamados extensivos los estados de equilibrio son estados en los cuales las propiedades del sistema son homogéneas, es decir que cada parte del sistema luce igual que cualquier otra parte. Por ejemplo, el aire dentro de mi habitación es un sistema extensivo, y está en equilibrio cuando tiene la misma temperatura en todos los puntos, incluso junto al cielorraso o debajo de la cama (como sucede en estos tórridos días). Los objetos dentro de la habitación están en equilibrio cuando se podría encontrar cualquiera de ellos en cualquier lado (como me pasaba antes de casarme). Pero el problema es que no todos los sistemas son extensivos, por ejemplo los agujeros negros y las burbujas pequeñas no lo son, y por lo tanto sus estados de equilibrio no son homogéneos. En conclusión: es todo un arte determinar cuáles estados de un sistema dado son estados de equilibrio. Y sólo esos estados serán susceptibles de una descripción termodinámica.

El concepto fundamental de la descripción termodinámica es el de entropía. La entropía es una cantidad que se puede asignar a los estados de equilibrio de cualquier sistema, y que rudamente cuantifica el grado de desorden de ese estado. La termodinámica es una teoría abierta: para describir un dado sistema necesita que le proveamos una información extra, que se debe averiguar por algún método no termodinámico (el experimento, por ejemplo). Tal información extra consiste en lo que se llama la ecuación fundamental, que nos dice cuanto vale la entropía para cada uno de los posibles estados de equilibrio de un dado sistema. Conocida la ecuación fundamental, tenemos toda la información necesaria para decir qué sucederá con los estados de equilibrio de dicho sistema.

Las predicciones se hacen aplicando a la ecuación fundamental las famosas dos leyes de la termodinámica… ¡que en realidad son cuatro! A saber:

Ley Cero: El equilibrio termodinámico es una propiedad transitiva – si un sistema que tiene dos partes A y B está en un estado de equilibrio, y un nuevo sistema formado por la parte A y un nuevo pedazo C también está en equilibrio, entonces un tercer sistema formado por la parte B y la parte C estará necesariamente en equilibrio. Esta ley nos ayuda a identificar cuáles estados de un sistema son estados de equilibrio.

Primera Ley: El calor es una forma de energía – los procesos en donde la energía no se conserva son en realidad procesos donde la parte “faltante” de la energía se transformó en calor. Es decir que las baterías del celular no se gastan, en el sentido de que su energía no desaparece del universo, sino que simplemente la energía faltante calentó las orejas de quien escuchaba la llamada de su suegra. Esta ley nos ayuda a determinar cuales cambios de un estado de equilibrio a otro -o transformaciones- son posibles en un dado sistema.

Segunda Ley: La entropía de un sistema aislado nunca disminuye – esta ley ha sido otra de las víctimas del postmodernismo idiotizante, que la ha usado para justificar casi cualquier delirio. Para curarnos en salud, notemos que esta ley no afirma que la entropía de cualquier sistema siempre aumente (como se suele enunciar), sino que se limita a sistemas aislados, es decir que no tienen ningún tipo de interacción ni intercambio con ningún otro sistema, pedazos del universo completamente ciegos y sordos, que nada ganan ni nada pierden cuando algo pasa en el exterior. Por ejemplo, los seres vivos no son sistemas aislados, por lo que la segunda ley de la termodinámica no es una formulación científica de la inevitabilidad de la muerte. Además, la ley afirma que la entropía nunca disminuye, lo que implica que de hecho podría no aumentar sino permanecer constante. Esta ley nos ayuda a determinar cuales de las transformaciones posibles realmente tienen lugar.

Tercera Ley: La entropía de un sistema que no tiene energía es cero. Es decir que si se acabaron las pilas de un juguete y no hay absolutamente ninguna forma de extraerle más energía -es decir que está en su estado de menor energía, o estado fundamental-, entonces ese juguete está en un estado máximamente ordenado. Esta ley no es muy útil en la práctica ingenieril, sino que más bien tiene una importancia teórica, haciendo a la termodinámica consistente con su hija histórica y madre conceptual, la mecánica estadística.

En conclusión la termodinámica es una teoría muy simple, donde todo se reduce aplicar cuatro leyes a una sola ecuación, la ecuación fundamental. Aún con tal simplicidad, resulta muy útil para entender procesos térmicos dentro de un motor, reacciones químicas en un laboratorio, intercambio de sustancias dentro del cuerpo humano, y hasta la creación y evolución de agujeros negros. Es uno de los logros más impresionantes de la ciencia de los siglos XVIII y XIX, y una de los que trajo mayores consecuencias en nuestra vida diaria. Es el ejemplo perfecto de un desarrollo científico incipiente que hace posible un cambio social, siendo luego motorizado por los intereses emergentes del nuevo orden. Sin termodinámica no hubiera habido una revolución francesa, ni un capitalismo industrial, ni una democracia. Y sin ellos no hubiera habido una termodinámica.